Llevo días sin escribir acá. Ayer terminé un cuento que, creo me quedó bien, pero ¿cómo saberlo? Uno es muy narciso con lo que escribe. A lo que me refiero es que quedo contenido, es decir, no quedan cabos sueltos; se narra algo concreto y se concluye. Muchas veces ese es un problema al escribir cuentos; sin querer, terminan por hacer parte de una historia más grande que incluso el autor desconoce, en fin.
Aparte de que, al parecer, a ese cuento le dediqué mis fuerzas escriturísticas de estos días, cogí una gripa, o más bien ella me cogió a mí. No tenía ganas de hacer nada. Más allá de estornudos, congestión nasal y un leve dolor de cabeza, el síntoma más grave que tuve fue el desgano.
Solo hasta hoy me siento de nuevo funcional. Aprovecho mis energías para embarcarme en la tarea de empacar cosas en cajas para un trasteo que ya no tiene reversa alguna. La mayoría de cosas que me encuentro podrían considerarse basura.
Doy con una libreta, quién sabe de qué año es, y me encuentro con algo que escribí que titulé Disfrutar la vida. Lo pongo en cursiva porque en ese momento debía ser otro. Dice así:
El cuarto está casi en completa penumbra. Las luces están apagadas y una cortina roja, pesada, como de terciopelo, bloquea la entrada de los rayos de sol. Me atrevo a decir que afuera, en la calle, es casi seguro que la ciudad vibra con miles de personas en movimiento, yendo de un lado al otro. Realizan compras, toman copas de licor, se ven con amigos, ríen y llevan gafas de sol. Personas que, se podría pensar, si saben disfrutar la vida.
¿Qué es disfrutar la vida? Quizás eso: Hacer mil cosas en el menor tiempo posible para sentirse vivo. Pero disfrutar la vida no puede ser un absoluto. También puede significar estar quietos. Tumbarse en una cama y dedicarse al fino arte de mirar pal techo. Hacer nada. Cerrar los ojos e irse bien adentro sin abandonar la vigilia.
El aire acondicionado emite un murmullo constante. Imagino que se debe al proceso en el que el aire entra húmedo y caliente al aparato y este lo expulsa frío. O quizás no. A veces siento que no sé nada.
Podría buscar en internet cómo funciona un aparato de esos, pero se me ocurre pensar que disfrutar la vida también consiste en estar equivocados y caer en el error; en siempre dudar de lo que creemos saber y poner todo en tela de juicio.