miércoles, 3 de agosto de 2022

Superioridad moral

Una mujer, llamémosla Petronila, está claro que no se llama así, es decir no es que tenga nada contra ese nombre, sino que nunca he conocido a alguien que se llame así, en fin, estás líneas, pueden leerse como el inicio de esos libros que dicen: Esta es una obra de ficción y los nombres, personajes, lugares, e incidentes son producto de la imaginación del autor o se usan de forma ficticia. Cualquier parecido con personas, vivas o muertas, es pura coincidencia. Esto solo por si alguna Petronila se da por aludida.

Pero bueno, para no seguir desviándome del tema el hecho es que nuestra amiga Petronila –pues si, que más da, ya démosle ese estatus–, se despachó en una publicación de una red social en contra de otra mujer, sobre algo que esta amiga, conocida, contacto, sea quien sea, había escrito , diciendo que estaba lleno de superioridad moral. Luego procedía a argumentar el por qué de su declaración dando las razones X, Y y Z, de una forma, digamos, hilvanada y coherente.

La leo un par de veces a ver si logro hallar fallas en su lógica, en su narrativa, pero parece no haberlas. Está bien redactada, es compacta, sólida. Cuando estoy a punto de olvidar el asunto, me parece que en el texto si contiene una gran falla: precisamente está repleto de esa superioridad moral que tanto crítica.

Por un segundo se me cruza por la cabeza la terrible idea de responderle, de decirle algo como: “disculpe, querida doncella, sin ánimo de ofenderla, permítame decirle, que su respuesta exuda esa superioridad moral de la que tanto habla”, pero para no entrar en peleas con extraños le soy fiel a una cita que trato de aplicar como un mantra en mi vida: 

To avoid criticism say nothing, do nothing, and be nothing.