jueves, 11 de junio de 2020

Personajes

¿Cuál es la probabilidad de encontrarse con alguien en una ciudad capital con más de 6 millones de habitantes? muy baja, quizá, pero así le ocurrió a Andrés y Camilo el otro día, dos personajes que no se habían vuelto a ver desde que se habían graduado de la universidad. 

Luego del saludo, cayeron en una conversación cualquiera sobre algunos amigos en común con los que Andrés había perdido contacto, al contrario de Camilo. Este último le daba detalles de cada persona de la que hablaban como si los hubiera visto hace tan solo unos días. 

A Andrés no le caía ni bien, ni mal Camilo. Lo consideraba como uno de esos personajes que en algún momento juegan un papel importante en la trama de una historia, pero que salen de ella cuando ya no son necesarios, así que su plan era decirle lo mismo que hasta ese momento le había dicho a todos los que se encontraba sin proponérselo: “Páseme su teléfono y ahí miramos cuando nos tomamos algo”, una frase ambigua que siempre lo dejaba bien parado. 

Pero luego de decírsela a Camilo, este no cayó en el juego y le propuso, como sabiendo cuáles eran sus intenciones, que se tomaran ese algo ya mismo. La determinación de Andrés se desplomó en un instante, y aceptó el plan improvisado. 

El algo que decidieron fue un café, porque Andrés no quería llegar oliendo a trago a su casa, y Camilo, a pesar de ser un borrachín consumado, lo acepto sin problema, pues, al parecer, tenía muchas ganas de hablar. 

En el sitio que seleccionaron, un café pequeño con una barra y unas sillas altas apeñuscadas, los viejos conocidos conversaron como en los viejos tiempos, salpicando su charla de anécdotas de su época universitaria. Pasada la euforia llegaron a ese punto muerto que arranca con la pregunta: “¿Y que está haciendo ahora?”. Andrés le contó cuál era su trabajo, sin entrar en muchos detalles. “¿Y usted?”, le preguntó. 

Camilo le contó que ya llevaba más de 5 años trabajando en la misma empresa, una multinacional, y que por fin, a principio de año, lo habían ascendido a Gerente de una de las divisiones de la compañía. Andrés notó el orgullo en sus palabras, y le preguntó que si para él siempre había sido importante llegar a ese cargo. 

“¡Claro!”, le respondió Camilo, algo ofendido con la pregunta. ¿Es que hace cuánto fue que nos graduamos? Ya es hora de tener uno de esos cargos, ¿no cree? 

“Si, me imagino”, le respondió Andrés, mientras pensaba en esa necesidad que tenemos de ser personajes protagonistas, importantes, con mucho poder en la trama de una historia,  bien sea propia o ajena. No entiende por qué las personas no pueden conformarse con ser un personaje secundario, o incluso un extra que pasa caminando y nada más, incluso cuando ese hecho les permitiría tener vidas menos caóticas.