jueves, 15 de mayo de 2014

Borrar la evidencia

Las aventuras del buen Solsado Svejk, novela que estoy leyendo ahorita, es una sátira que narra los acontecimientos de este soldado, y como va sorteando ese absurdo que llamamos guerra. Desde mi punto de vista, considero que algo  que pretendió Jaroslav Hašek, su autor, con este personaje,  era mostrarnos como debemos encarar la vida de forma agradable, independiente de cual sea la situación.

Svejk le es asignado como asistente al teniente Lukas, y en cierto  momento de la historia este le entrega una carta para que se la lleve a una de sus amantes.  Svejk en medio de su encargo es sorprendido por el esposo de ella, y para evitar problemas con su superior primero dice que la carta había sido escrita por él  y acto seguido se la come, para así borrar cualquier evidencia del encargo.

Esto me recordó un episodio en la universidad durante un parcial de Estadística.  Blanco, el profesor que tenía cierto aire de Godofredo cínico Caspa, se dio cuenta que un alumno estaba haciendo copía.  Haciéndose el loco camino por el espacio libre creado por dos columnas de pupitres y se paro justo lado del estudiante.  Este afortunadamente se había daco cuenta que el profesor lo había pillado, y no tuvo problema alguno en meterse el papel de la copia a la boca.

Cuando Blanco lo abordó, le exigió que se pusiera de pie para revisar el pupitre, maleta y cuadernos. El alumno se paro muy tranquilo mientras masticaba el papel.  Si no estoy mal creo que Blanco se dio cuenta de que se estaba comiendo la copia, y no pudo hacer nada contra semejante acto tan genuino para borrar la evidencia, convirtiéndola en una especie de bolo alimenticio. 

Ese día disfruté ese pequeño  triunfo del estudiante, no por el hecho de que estuviera haciendo copia, sino porque Blanco era un viejo amargado y  mala clase.