jueves, 10 de mayo de 2018

Vamos a fingir

“Vamos a fingir que la vida es una sustancia sólida, con forma 
de globo, que giramos en nuestros dedos. Vamos a fingir que 
podemos distinguir una historia simple y lógica, que cuando 
despachamos un asunto—el amor por ejemplo— vamos, 
de manera ordenada, al siguiente.” 
— Las Olas — 

Cuando leí ese libro, ese párrafo se me quedó grabado en la cabeza. Es perfecto, una verdad, me atrevo a decir, absoluta, pues no hacemos otra cosa que fingir: fingir que lo tenemos todo claro, que controlamos todas las variables; fingir que sabemos qué es lo que hacemos, fingir que luego de A viene B y luego C, etc. fingir, fingir y fingir. 

En medio de esta conducta rutinaria, y como le ocurrió ayer a la esposa del hermano de un amigo, que murió atropellada por un bus, llega la muerte y nos deja en claro que no sabemos nada o, de pronto sí, sino que le estamos prestando demasiada atención a temas secundarios. 

Da rabia entonces que la muerte sea la única encargada de abrirnos los ojos, de sacudirnos para que comencemos a fijarnos en todo aquello que sabemos vale la pena, pero tenemos relegado.