jueves, 12 de agosto de 2021

¿Un beso?

Con A. Salí por tres meses. Fue una temporada en que nos conocimos el 70.3% de los restaurantes de la ciudad. Ir a comer era nuestro plan favorito, y como los lugares donde trabajábamos quedaban cerca, era fácil encontrarnos después del trabajo, para luego montarnos en un taxi y decidir, a último momento, a dónde íbamos a ir.

A. es cristiana, pero como me gustaba tanto no le vi problema a eso y seguimos saliendo.

Las cosas, lo que sea que signifique eso, al parecer iban bien, hasta que llegó la celebración del día del amor y la amistad. Esa noche, un sábado si no estoy mal, A. me pidió que la acompañara a comprar unos zapatos. Después de eso iríamos a comer.

En un momento, en el centro comercial, me acerqué a darle un beso, pero no me lo correspondió, mejor dicho, fue como si le hubiera dado un beso a un maniquí. Le pregunté que qué pasaba. Sonrió nerviosa y dijo que nada mirando al piso. Le volví a preguntar.

“Es que me siento obligada a corresponderte los besos”, dijo. Luego me dio a entender que su actitud tenía algo que ver con su religión. ´Le respondí que me aburría mendigar cariño.

Me emputé mucho, y le dije que mejor no hiciéramos nada, que la acompañaba a su casa y listo, pero me rogó que no, que igual fuéramos a comer, y yo, aún sabiendo que en las celebraciones del amor y la amistad siempre me va como un zapato, terminé aceptando.

Ya en el restaurante. ambos tratamos de que todo fuera normal, pero yo notaba que ella estaba incomoda y ella, seguro, notaba que lo mismo pasaba conmigo.

Al día siguiente me llamó para pedirme que nos viéramos, pero le dije que no que mejor entre semana, y a la siguiente decidimos dejar de vernos, pues no tenía sentido alguno continuar en ese plan.