viernes, 19 de marzo de 2021

Si no se pudo pues no se pudo

Creo que el primer borrador de texto tiene potencial, así que trabajo en él todo el día. Es un escrito algo experimental, en el que espero que el lector se convierta en el personaje sobre el que lee.

Terminé una segunda versión en horas de la tarde y la deje reposar hasta hace media hora. Cuando la volví a leer me pareció que no tenía ni pies ni cabeza.

Se lo mostré a mi hermana y no lo entendió. Intenté explicárselo, y me sugirió mocharle un par de párrafos que le sobraban.

Ese es, quizás, uno de los aspectos más complicados al momento de escribir: saber qué dejar y qué eliminar. Determinar si se debe borrar un pedazo por más que sea una belleza lírica o esté tremendamente bien escrito, pues si no le aporta nada al escrito y lo único que hace es chirriar, entre más rápido se elimine mucho mejor.

Desde ahí el escrito estaba destinado al fracaso, pues una forma de probar que un escrito tiene futuro, es mirar si aguanta cualquier embestida de lectura por sí solo; si hay que explicarlo significa que está herido, posiblemente de muerte.

Igual intenté arreglarlo, pero llegó un momento en el que me aburrí, aunque logré una versión mucho mejor que la anterior.

Al final lo abandoné, porque a pesar de que la idea me gustaba, el texto no decía nada entre líneas y no le dejaba nada al lector, era un arrume de letras plano si nada de fondo.

De pronto, algún, día cuando descifre qué quiero decir con él, lo retomaré.