lunes, 8 de diciembre de 2014

Puente

Los puentes (fines de semana con festivo) son como una ilusión, más tardamos en alegrarnos por su llegada a que este se esfume, debiéndonos más horas de ese descanso tan anhelado que visualizamos desde el inicio de la semana.

Este fin de semana me fui de puente.  Hacía mucho que no lo hacía.  He llegado a la conclusión que me aburre viajar en un puente, no porque no me guste hacerlo o salir de Bogotá, simplemente me parece que la logística para un viaje de un puente es exagerada, comparada con el tiempo que dura.  Mucho más cuando  se viaja, como me ocurrió este fin de semana, el Sábado.

Hay personas que adoran los puentes porque se pueden ir de la ciudad y arrancar para cualquier lado.  No importa cual sea el destino, lo importante es  alejarse de la ciudad como si esta fuera el foco de una epidemia zombi.    Al parecer siempre huimos de algo.   

¿Qué es eso tan maravilloso que  ofrecen los puentes que se considere casi una obligación salir de la ciudad? yo todavía no lo descifro.  Lo único realmente diferente, creo yo, sería buscar un clima más cálido con mar incluido, pero eso tampoco me mueve, pues no le encuentro esa gracia con la que otros lo catalogan.

De resto me parece que todo el trajín de un viaje de puente, elimina todo ese descanso que se pudo obtener en el lugar que se seleccionó para pasarlo.

Si hay algo que me gusta de los puentes, es cuando uno no tiene ni idea que es un fin de semana con uno, y alguien nos sorprende con semejante noticia, eso es algo que me genera más alegría que un viaje de fin de semana.