viernes, 4 de marzo de 2022

El hombre con los audífonos

Hace sol.

Qué entrada tan floja. Debería enganchar con un primer párrafo arrollador, lleno de tensión y que de ganas de seguir leyendo, pero no se me ocurre nada en este momento.

Podría acudir a la ficción, algo como: Hace sol, pero, en un instante, el ambiente se oscurece por completo. Ese inicio, sin duda, sería mejor. Lo voy a tener presente para una futura entrada, pues, ¿cómo no preguntarse qué hace que la luz del sol se apague de un momento a otro?

Solo quiero narrar un hecho y ya está. Contar una tajada de vida —no todo puede tener un inicio, nudo y desenlace—, una viñeta, en fin.

Un hombre que va pasando frena y se sienta en una silla de parque. Estira las piernas, las cruza y luego echa la espalda hacia atrás para acomodar de mejor forma su espalda sobre las tablas de madera.

“Es inútil, pienso. Si está en busca de comodidad una silla de parque no es una buena opción.

¿Quién es ese hombre? ¿Qué hace ahí justo en ese momento? Sería fascinante tener la habilidad de ver un poco más allá de lo evidente, con tan solo observar una persona por un par de segundos, es decir, saber cosas determinantes acerca de su vida, que sé yo: qué le apasiona, por qué razón lloró la última vez, qué o quién lo hace sentir vivo y cosas así; pura carne narrativa para un relato.

Sabemos muy poco de las personas. Me refiero a que no sabemos nada importante, sino puros detalles superficiales con los que nos formamos un concepto de ellas.

Volvamos al hombre. Después de que se sienta busca unos audífonos en uno de los bolsillos internos de su chaqueta. Los cables son amarillos y están enredados. Comienza a desenredarlos con una parsimonia envidiable, sin rastro de desespero.

Cuando por fin lo logra los conecta a su teléfono móvil y pone las manos detrás de la cabeza. ¿Qué escucha? Se me ocurre pensar que tiene un playlist que títuló: “Canciones para después del almuerzo”. Tiene melodías que, cree, le inyectan algo de energía para el tiempo que le resta de jornada laboral.

El café que me estoy tomando se acaba. Desde lejos, y con un tiro certero, lo encesto en una caneca. Nadie me aplaude a pesar de que fue un tiro difícil. Me pongo de pie y dejo al hombre con su música o lo que sea que esté escuchando. El sol también abandona el lugar.