miércoles, 16 de julio de 2014

Cuello Ortopédico

Hoy me agarró el medio día haciendo una vuelta, y tuve que almorzar en modo cusumbo-solo. Mientras esperaba  a que mi pedido estuviera listo, a la mesa de al lado llegaron tres amigas; una de ellas llevaba puesto un cuello ortopédico.

Utilizar ese tipo de cuello debe ser algo muy incomodo, porque para poder mirar en cierta dirección, toca mover gran parte del cuerpo para así dirigir la mirada hacia el lugar deseado.  Al rato, cuando sus pedidos ya estaban listos, por alguna extraña razón antes que el mío, la mujer del cuello ortopedico llegó con un plato que tenía una montaña de arroz y dijo "Así si me van a incapacitar otra vez" y se echó a reir.  No entendí a que hacía referencia, quizá a que tal vez después del almuerzo iba a tener un malestar estomacal ni el berraco (Directo Caracas, le llamo yo), y esa iba a ser la razón de su nueva  incapacidad.  El disco de mi pedido vibro, así que no supe que le respondieron sus amigas.

El punto es que, al parecer, todos vivimos con un cuello ortopédico, es decir, muchas veces solo miramos las cosas que ocurren a nuestro alrededor desde un único punto de vista, y nos aferramos al mismo, como si de este dependiera nuestra vida.  Al creer que es el único válido, comenzamos a juzgar el de los demás, y justo ahí es cuando asesinamos cualquier intento de proceso creativo.

No juzgar es muy jodido, un día una amiga me dijo que no me complicara, que los seres humanos somos así y no que no hay nada por hacer  ¿será eso verdad?  ¿estamos destinados a ser unas máquinas juzgadoras? Yo la verdad pienso que no.  Creo que podemos desaprender ciertas conductas erroneas y reeducar a nuestras neuronas para que funcionen de una manera más relajada al momento de analizar una situación o relacionarnos con otra persona. Todo es cuestión de perspectiva y de que tanto dependamos de nuestro "cuello ortopedico" para analizar el mundo.