Casi siempre cuando comienzo a escribir un cuento, la voz narrativa que suele irrumpir es la tercera persona; la cual pisotea a la primera y segunda como si nada. Tal vez, quien sabe, inconscientemente tengo ínfulas de Dios, y por eso emplear a ese narrador Omnisciente que lo sabe todo me resulta tan natural.
Hay quienes aborrecen ese tipo de punto de vista, porque lo ven como la salida fácil, breve, sin mayores complicaciones (aunque el proceso de la escritura siempre las tiene; exceptuando esos errores humanos divinos, que escriben de un tacazo en cualquier tipo de ambiente o circustancia y luego no necesitan editar nada).
Considero, que muchas veces vamos por ahí en la vida queriendo aplicar diferentes puntos de vista a la propia, y no nos damos cuenta que deberíamos aferrarnos a la primera persona: Yo triunfé, Yo fracasé, Yo "esto", Yo "lo otro", etc. No podemos pretender analizar nuestras situaciones desde otro punto de vista diferente; como esas veces que en las que queremos echarle la culpa, por algún evento desafortunado, a un tercero, bien sea una persona, empresa, el universo, destino, etc.
A veces cuando estoy escribiendo, cambio el punto de vista inconscientemente. Uno también es tremendamente bueno para no darse palo, y entonces deja pasar tal error. Pero cuando otra persona lee esos cambios de narrador en un texto, se siente algo similar al sonido de una "aguja rayando la lectura" en este caso.
A la larga creo que debemos tomar las riendas de nuestra vida, y evitar a toda costa "leerla" en tercera persona.
Atmósferas
"En la novela, el punto de vista es el lugar desde el que se narra,
y les aseguro que no siempre resulta fácil mantenerse en ese sitio que
pocas veces coincide con el del escritor. Las desviaciones del punto de
vista se pagan caras, pues introducen un elemento de inverosimilitud
que afecta la credibilidad del relato."
- Juan José Millás, Articuentos completos -