martes, 23 de julio de 2013

Saltar

Saltar resulta ser una de las cosas más sencillas de hacer en la vida; pero casi siempre lo hacemos  cuando sabemos en donde vamos a caer. Obviamente hay saltos de saltos, como los de los clavadistas profesionales, por ejemplo, que parecen muy complicados, y que estos los hacen ver como un ejercicio supremamente fundamental, como si saltar de esa forma fuera innato.   

Yo quiero aprender a saltar sin necesidad de tener un piso por delante, haga de cuenta  como lo hizo indiana Jones, uno de mis héroes de infancia,  cuando en la búsqueda del grial, realizó ese acto de fe de  dar un paso hacia el vacío.

A la larga de eso se trata lo que de verdad significa saltar, dejar el miedo atrás y arriesgarse a entrar en un terreno donde reina la incertidumbre.  Los que tienen este fino arte desarrollado al máximo, saben cuál es el momento preciso en el que deben saltar y a veces no se golpean tan duro cuando aterrizan, pero la verdad eso es una utopía, pues si usted salta mínimo las plantas de sus pies van a sufrir el impacto de la caída o más bien, el asentamiento en la tierra.

Volviendo al punto de los clavadistas, estos saben cual es el momento preciso para saltar y no golpearse la cabeza contra el trampolín, el cual vendría siendo el cambio, porque dígame  ¿no es un acto de fe saltar desde un trampolín a gran altura, aun sabiendo que hay agua esperándolo abajo?

Así que expertos o no, clavadistas o no, todos debemos empezar a saltar; de eso se trata la vida, ¿no cree estimado lector?.