jueves, 24 de enero de 2019

Alucinar

A lo largo del día voy abriendo diferentes páginas de artículos que, por alguna razón, captan mi atención. Siempre juro que los voy a leer en cualquier rato libre, pero son más las veces en que olvido hacerlo, o que ya cansado apago el computador, sin que me importen en lo más mínimo. A veces, cuando sé que no los voy a leer me da algo de remordimiento de conciencia, y me envío un E-mail con varios de esos links, pero también suelen perderse entre otros correos y al final nunca los reviso; quién sabe de cuánta información fascinante e imprescindible para mi vida me he perdido. 

Hoy abrí dos, uno que habla sobre las 30 carreras mejor pagadas y más solicitadas, y que no lo cerré porque me llamó mucho la atención la frase con la que comienza el artículo: “Las carreras universitarias son las que definen el destino de una persona”. 

Cómo están tan seguros de eso, ¿cuántas personas se dedican a hacer algo que no tiene nada que ver con la carrera universitaria que estudiaron? Y, además, ¿cómo se atreven a mencionar el destino, semejante concepto tan intrincado, así como tan a la ligera? Igual creo que conmigo lograron su cometido que, más allá de que este de acuerdo o no, consistía, supongo, en que le diera clic al enlace para enriquecer los bolsillos, con unos cuantos centavos de dólar,  de quién sabe qué persona. 

El otro artículo es sobre un neurocientífico que habla sobre la manera en que alucinamos a toda hora. Asocio la palabra, me refiero a alucinar, con la luna, es decir, con estar en la luna, englobados, inmersos en un mundo de fantasía que no es “real”, y entrecomillo esa palabra porque precisamente de eso habla ese señor de que en realidad, valga la redundancia, no hay nada real, y que no hacemos nada más que alucinar a todo momento, y que cuando nos ponemos de acuerdo en esas alucinaciones, es  eso a lo que llamamos realidad. 

¿Si lo real no existe, cómo es que nos vienen a meter el cuentico ese de las 30 carreras mejor pagadas? 

Entre otras cosas, me enteré de que la palabra alucinar no tiene nada que ver con la luna sino con alucinari, su raíz del latín que significa: vagar mentalmente con falsas imágenes.