Hoy abrí dos, uno que habla sobre las 30 carreras mejor pagadas y más solicitadas, y que no lo cerré porque me llamó mucho la atención la frase con la que comienza el artículo: “Las carreras universitarias son las que definen el destino de una persona”.
Cómo están tan seguros de eso, ¿cuántas personas se dedican a hacer algo que no tiene nada que ver con la carrera universitaria que estudiaron? Y, además, ¿cómo se atreven a mencionar el destino, semejante concepto tan intrincado, así como tan a la ligera? Igual creo que conmigo lograron su cometido que, más allá de que este de acuerdo o no, consistía, supongo, en que le diera clic al enlace para enriquecer los bolsillos, con unos cuantos centavos de dólar, de quién sabe qué persona.
El otro artículo es sobre un neurocientífico que habla sobre la manera en que alucinamos a toda hora. Asocio la palabra, me refiero a alucinar, con la luna, es decir, con estar en la luna, englobados, inmersos en un mundo de fantasía que no es “real”, y entrecomillo esa palabra porque precisamente de eso habla ese señor de que en realidad, valga la redundancia, no hay nada real, y que no hacemos nada más que alucinar a todo momento, y que cuando nos ponemos de acuerdo en esas alucinaciones, es eso a lo que llamamos realidad.
¿Si lo real no existe, cómo es que nos vienen a meter el cuentico ese de las 30 carreras mejor pagadas?