jueves, 24 de julio de 2014

¿Des-inhibidos?

 ¿Cuantos productos y servicios existen?  ¿Cuántos de los que adquirimos, en verdad necesitamos?  ¿Cómo saber qué es realmente lo que necesitamos? A medida que la tecnología evoluciona, parece que lo contrario le pasa a la raza humana, situación que no deja de ser contradictoria porque si algunas grandes mentes se han inventado cohetes, microprocesadores, la nanotecnología, la religión (aquí se iban equivocando), etc. se supondría que hemos evolucionado, pero no.  Todavía no sabemos vivir, y nos la pasamos bajo la sombra del "Des".

Es como si tuvieramos miedo a aceptar las cosas como un todo, o como vienen originalmente; por eso buscamos leche des-lactosada, cafe des-cafeinado, frutas des-hidratadas; por el momento no se me ocurren más productos a lo que les aplique ese prefijo.

Me acuerdo más bien de la costumbre de una prima hace muchos años, no sé si todavía la tenga; que consistía en lavar la ropa que le compraba o regalaban a sus hijos antes de que la estrenaran.  No digo que esté mal o bien, pues está claro que cada quién puede actuar como se le de la gana; mi prima, si quisiera y como requisito previo a la primera postura de una prenda de vestir de sus hijos, podría practicar un ritual con una hoguera encendida en una noche de luna llena, mientras recita poesía celta.

El punto es que parece que en varias ocasiones, queremos anular alguna propiedad de lo que sea que va llegando a nuestra vida, como si un miedo (diferente al de la muerte, pero tal vez relacionado) permanente, no nos dejará vivir en paz.

Ese miedo tal vez sea una especie de Dios al que glorificamos por medio de actitudes o productos que pretenden anular el "todo".

La otra palabra qué se me viene a la mente es des-inhibido; pero el significado de esta "Espontáneo, desenvuelto, sin reservas", no coincide con ese miedo con el que parecemos vivir constántemente.