Me gusta hablar con mi hermana. Tenemos un sentido del humor similar, y nos causan gracia diferentes pendejadas o cosas serias, más las primeras que las segundas. Una forma en que ella ha decidido pasar el tiempo, durante esta época de encierro y entre sus ocupaciones, es viendo novelas turcas.
El día que me contó la molesté y le dije que mientras muchas personas tratan de ocuparse con cursos en línea e intentan ser productivos a como de lugar, ella optaba por ver novelas turcas, y que si algún día la entrevistaban por la calle y le preguntaban que cómo había aprovechado su tiempo durante la cuarentena, su respuesta iba a ser: “Me vi muchas novelas turcas”.
Siempre me imagino mucho eso, lo de las entrevistas en la calle, aunque nunca me han hecho una y no conozco a nadie que le haya pasado. También me imagino ser filmado, sin enterarme, para un programa que realiza informes de lo que sea, digamos delincuencia en la ciudad y, en algún segmento, mientras el narrador habla sobre porcentajes y las características de los atracadores, salgo en pantalla.
Ayer, al finalizar el día, hablé con mi hermana de nuevo y me contó que, por supuesto, uno de sus planes del día fue ver una telenovela turca.
Le pregunté que por qué le gustan tanto y me contó que son novelas romanticonas con tintes de comedia y que tienden al absurdo. Que son perfectas porque, hacen que uno se ría y pase un rato agradable.
Y pues de eso se trata todo, ¿acaso no? de descifrar cómo divertirnos para hacernos la vida más llevadera. Solo espero que cuando todo esto pase, a mi hermana la sorprenda un reportero en la calle y le pregunte que cómo aprovechó el tiempo en la cuarentena.