lunes, 17 de agosto de 2015

Al caer la tarde

Todas las horas de todos los días de la semana son iguales.  Quiero decir que, por ejemplo, las 10 de la mañana de un lunes, son iguales a las 10 de la mañana de un martes, miércoles, o  cualquier otro día de la semana.  Lo mismo ocurre con aquellas horas de las 6:00 p.m en adelante, que le abren la puerta a la noche, excepto con las del Domingo.

Cuando cae la tarde ese día es diferente, o uno se siente diferente, pues por algún extraño motivo nos llenamos angustia y ansiedad.

Una vez en una conferencia, el expositor dijo que el día en que  se suicidan más personas es ese.  Me imagino que a esa hora ya la mayoría no tiene un plan diferente que irse para la casa a descansar.  Posiblemente, a  esa hora, la angustia arremete contra nosotros porque sabemos que al siguiente día nos vamos a sumergir nuevamente en esa rutina que tanto desgasta, o tal vez, esas horas son unas de las pocas ocasiones donde comenzamos a cuestionar nuestra vida, porque de una u otra forma es un momento que nos invita a estar solos y , estar solos, sin hacer nada, es algo que nos cuesta demasiado en una sociedad que gira en torno a la productividad y a andar ocupados todo el tiempo.  Me imagino que es en ese momento que ideas locas sobre la muerte rondan la cabeza.

De todas maneras creo que por más que uno tenga una inteligencia emocional muy elevada, esa lapso de tiempo nunca dejará de hacernos sentir extraños.  Solo queda afrontarlo de la mejor forma posible y apostarle a dormir bien; el  Ctrl-Alt-Supr con el que contamos y que cura casi todo.