lunes, 6 de marzo de 2017

¿Qué más da?

A pesar de estar cansado, José Barón fue a la celebración del cumpleaños de Pamela. "muchas viejas van a estar solas" fue el gancho que utilizó su amigo, el novio de la homenajeada para que fuera.  Había tenido una semana de mierda y sólo quería relajarse, tomarse unos tragos y ver gente, nada más.

Cuando llegó al bar, José ubicó a su "grupo de rumba", unas personas que no conocía. No había rastro de las "muchas viejas solas" que le había prometido  Martínez, su amigo, salió a su encuentro y lo arrastró a la barra.  "Menos mal que llegó" le dijo.
 "¿Quién es toda esa gente?" preguntó José
"Ni idea, puros amigos de Ana de la oficina, no los conozco".
"¿Qué tomamos?" preguntó Martínez
"No sé, yo no tengo mucha plata,  ¿por qué escogen sitios con esos covers tan putamente caros?"
"Fresco, no se estrese, yo lo cubro"

Martínez era generoso para cubrir a sus amigos cuando salían de fiesta. Pidió una botella de ginebra y otro par de agua tónica, más un vaso de zumo limón de un color verde intenso. A José el último le pareció más bien una sustancia radioactiva, así que decidió tomarse el trago puro por el resto de la noche.

De ahí en adelante se la paso conversando con Martínez en la barra.  De lejos vieron que llegaban las "muchas viejas";  eran tres: Magda, una mujer alta con pelo negro, y unas botas que le llegaban hasta la rodilla; Catalina una monita bajita, pecosa y, según Martínez, algo repuestica,  y otra de la que solo tiene una imagen borrosa, junto con el nombre, en su memoria.

Se la pasó en la barra con Martínez tomando despacio, no quería emborracharse.   Ambos se dedicaron a ver gente, bueno, Martínez a morbosear a un grupo que si tenía muchas viejas solas y ligeras de ropa. En un momento, Pamela se acerco a la barra y les pidió el favor de que se integraran con el grupo que, al iniciar la tanda de música electrónica, había formado un círculo, donde la mayoría bailaba con un gesto incomodo en sus caras, mientras se movían torpemente de un lado a otro, tratando de llevar el ritmo de la música.

"Que pereza esto" le dijo a Martínez, mientras le sonreía amablemente a Magda y sus brazos se movían como unos tentáculos que tenían vida propia.  En un momento otra mujer del grupo, se le acercó y le susurró al oído "Oiga, usted le gustó a Catalina".  "¿Y no tiene noticias de Magda?" pensó preguntarle, pero la mujer ya se había marchado a bailar a otro lugar.

La noche avanzó y otro par de personas del grupo también le soltaron un par de indirectas sobre Catalina, a las que respondía con una leve sonrisa nerviosa, que camuflaba un "no me jodan". Después de la inagotable música electrónica, el chucu-chucu fue nuevamente  la melodía reinante en el lugar.

Quizás el trago ya había hecho algo de efecto pues ahora hablaba animadamente con esos desconocidos, a quienes también abrazaba y con los que reía a carcajadas, celebrándoles  chistes flojos, como si fueran amigos de infancia. 

Bailó un merengue con Catalina, probablemente un Wilfridazo, como decía Martínez, ya no lo recuerda. "Será que es verdad que le gusto?" penso. y sin dudarlo se lanzó a darle un beso que ella aceptó como si nada. " Quiero bailar con Magda. Catalina no me llama mucho la atención, pero un beso no se le niega a nadie" pensó mientras se besaban.

Unos gritos interrumpieron el momento.  Volteo a mirar que ocurría y varias personas tenían agarrado a Martínez que careaba desde lejos a un amigo de Ana que, luego se enteró, había estado bailando de forma inapropiada con ella.

A las dos semanas, llamó a Catalina y salieron.  Luego repitieron las salidas varias veces pues, ¿qué más da?