miércoles, 15 de septiembre de 2021

Comprar una dona

Salgo a comprar unos medicamentos.

De camino de vuelta de la droguería, un Dunkin Donuts se me cruza en el camino y decido, en una fracción de segundo, comprarme una Dona de Choco-maní, la que más me gusta, porque las que tienen relleno de arequipe, mora o crema chantillí me parecen muy empalagosas.

Apenas voy a entrar al local un niño pequeño, de unos 5 años, con un tubo de cartón en una mano está engarzado en una pelea con un ser imaginario. Me desvió un poco para no intervenir en el altercado, ganarme un tubazo de cartón o enfurecer al monstruo que los adultos no vemos, pero que seguro anda por ahí.

Apenas entro al local hago fila detrás de la mujer que va con el niño, que no es la mamá, sino su cuidadora, ustedes saben, esas mujeres que por lo general llevan uniformes como de enfermera y saquitos abiertos de color azul oscuro.

La mujer esta eligiendo lo sabores de seis donas. El niño se da cuenta de eso e ingresa al local para decirle que él quiere una de mora. La mujer dice “Ahh no, vamos a llevar todas del mismo sabor, o si no ustedes se ponen a pelear allá”.

Parece que el niño sopesa por un instante la decisión salomónica de la mujer; al final la acepta y deja que compré todas las donas de un mismo sabor: Choco-fiesta, que es muy parecida a la dona que me gusta a mí, pero que en vez de maní lleva trocitos de azúcar de diferentes colores.

El ustedes, supongo, hace referencia a los hermanos del niño, a menos que la señora se esté refiriendo a la bestia imaginaria a la que se estaba enfrentando el niño, que no sabemos si fue derrotada o huyó.

En medio de mis pensamientos un grupo de oficinistas, 3 hombres y una mujer, llegan a hacer fila. Uno de ellos, de barba poblada, le dice a sus amigos: “Vean, lo que pasa es que yo no creo en la fidelidad, creo en la lealtad.”

Nadie responde nada y la frase se la traga el aire del lugar.

Puede ser que el hombre en cuestión de relaciones, como el niño que quería una dona diferente, no prefiera un único sabor, sino que quiere probar uno distinto a cada rato.

Puede ser eso, pero no lo podemos afirmar, porque es imposible conocer a alguien en su totalidad.