martes, 20 de septiembre de 2016

Ella

Compro un café y me siento a tomármelo en la silla de un parque.  Son casi las 6 de la tarde y me encuentro en un sector concurrido con muchos edificios de oficinas.  Observo a la gente que pasa delante mio y trato de imaginarme cómo son sus vidas, para dónde van,  qué hacen o a qué se dedican.  

Fijo la mirada en la entrada de un edificio con puertas automáticas. Muchas personas salen de él como despedidas a presión, parece que quieren huir de ese lugar.  Intento llevar, con mi pie derecho, el ritmo del bombo de la canción que en ese momento me regala el dios del shuffle en mi mp3.

En ese momento sale ella y, a diferencia del resto, se queda quieta  en el andén por unos segundos. Escanea el lugar con la mirada.  Creo, o pienso más bien, que se llama Mariana, un nombre que me gusta mucho.  Nuestras miradas se cruzan y voy a su encuentro. 

La abrazo y le doy un beso "hola Mi amor, ¿cómo te fue hoy?". "Bien" me responde, luego de haberla tomado por sorpresa. Le ofrezco mi brazo para que se agarre de gancho, "vamos Mariana". Parece que si es su nombre, a veces la vida nos regala ese tipo de coincidencias dignas de la ficción.

Comenzamos a caminar, dejo que ella me lleve, pues no sé dónde vivimos. Durante el trayecto al paradero del bus, me cuenta como le fue en su día, que tuvo que hacer y a que reuniones asistió.  Le presto toda la atención posible, pero no digo nada; mientras tanto pienso en nuestro hogar,  ¿qué nos espera?  ¿vivimos en una casa, o en un apartamento pequeño?  ¿tenemos que llegar a hacer la comida o la empleada la dejó lista, para calentar, en las ollas?  ¿Tenemos hijos o una mascota a la que tratamos cono uno?

"¿En qué piensas?", "En nada" le respondo con una sonrisa.  Miento, pues casi siempre que nos hacen esa pregunta, pensamos en algo. 

Ya en casa, vemos algo de televisión, comemos y luego Mariana saca una botella de vino tinto. "Mira, te compré tu favorito" me dice.  El único trago que tomo es  cerveza pero callo; ella compró mi vino favorito y no quiero hacerle un desplante.  Nos bebemos la botella rápido.  Al rato se pone cariñosa, y comienza a acariciarme, me excito claro esta, y continuamos nuestra faena en la alcoba.  No tiene televisor, " ¿Qué haremos todas las noches?" me pregunto.

nos desvestimos rápidamente y tenemos sexo desabrido.  Ella y yo tenemos la mente en lugares completamente diferentes que la habitación y el momento.  Nuestra cópula se asemeja más bien a una transacción comercial.  A la larga esa es la base de todas nuestras relaciones, puras transacciones comerciales con las que ganamos diferentes cosas.

A la mañana siguiente me despierta con un beso.  Abro los ojos y la veo completamente arreglada.  "Se te esta haciendo tarde para ir a la oficina tontito" me dice. "Hoy tengo tele-trabajo" le respondo. "bueno, no se te olvide recoger a Damián esta tarde en casa de mis padres".  "Claro, así lo haré"

"Damián, supongo, es nuestro hijo, estoy seguro que no fui yo el que escogió el nombre.  Apenas oigo que cierra la puerta, me visto y me voy  del lugar lo más rápido posible.