sábado, 15 de mayo de 2021

De pensamientos y otras cosas

No pensaba escribir nada hoy, pero de un momento a otro me dieron ganas, y me senté a hacerlo o, más bien, a no hacerlo.

Llevo más de 10 minutos mirando y no mirando la pantalla, es decir, perdido en mis pensamientos. Digo perdido porque no me detengo en ninguno en particular, sino que solo los dejo pasar y ya.

Estoy de pie en cualquier esquina de mi cabeza, y ahí van los pensamientos con las manos en los bolsillos, caminando de afán y mirando hacia los pliegues del cerebro, cada uno con sus afanes, y dispuestos a activar quién sabe que patrón de conducta o a tirar de alguna palanca emocional.

Entonces escribo y no escribo, me ubico en la zona de 1 – escritura, su complemento, su contraparte, ese otro lado que tienen y necesitan todas las cosas, para poder ser lo que son.

No hago más que mirar la pantalla y ver como el cursor titila de forma impaciente. Espera a que yo escriba algo, lo que sea, porque es la única forma en la que puede descansar unos míseros segundos.

“ ¿Para qué me invocó?”, pregunta.

Estampo mis dedos en el teclado:

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Ahí tiene su sacrificio de letras, para que no moleste más.  Suficiente tiene uno con no saber qué escribir. 

Afuera se escuchan carros que transitan de forma veloz. y también escucho música de gaitas y tambores a lo lejos; yo le pongo a unas 3 cuadras.

Ahora viene en camino un estornudo. Se desarrolla más rápido de lo esperado, pero alcanzo, como dictan los cánones del buen manejo de estornudos, a amortiguarlo con el pliegue del codo.

El estornudo, ejemplifica bien eso de que después de la tempestad viene la calma.