jueves, 25 de agosto de 2022

Abandonar la misión

En la mañana me surgió una idea para escribir algo. Le estuve dando vueltas en la cabeza todo el día, hasta hace 40 minutos que me senté a escribirla a ver si le podía poner  orden en palabras, pero hace más o menos un minuto cerré el documento, porque no logré nada; tuve que abandonar la misión.

Decidí dejar el escrito porque sentí que no iba hacia ningún lado. A veces es bueno darse cuenta de eso y no seguir pedaleando, porque es como hacerlo es una bicicleta estática, se botan y se botan palabras y no se avanza ni un carajo o el resultado es un escrito poco sincero, en fin.

Empecé con entusiasmo y me inventé un personaje, un escritor argentino de ascendencia italiana de apellido Rosseti, que había publicado una saga exitosa titulada Tormenta Púrpura, pero que después de su gran éxito, tenía un bloqueo para escribir y no le salía nada. Mejor dicho escasamente podía poner la fecha y su nombre.

A simple vista parece que el tema aguantaba, pues el conflicto está ahí, pero al cuarto párrafo, me di cuenta de que ese personaje que supuestamente me había inventado, solo estaba funcionando como un médium para expresar mis ideas y puntos de vista.

Entonces el escrito tenía más bien pinta de ensayo que de historia y ni un carajo de acción, pues lo único que ocurría era que que este sujeto se la pasaba pensando esto y lo otro. ¡Que aburrición!

Cuando pensé qué escribir para Almojábana ya sabrán qué me ocurrió, pues sí, el mismo dilema de Rosseti. ¿Qué voy a escribir?  Como no se me ocurría nada, decidí contarles esto.

Algún día escribiré sobre el pobre de Rossetti. De hecho, Tormenta Púrpura, el título de su trilogía me parece un gran acierto. 

 A la larga lo entiendo. Sin importar cuál sea, las personas no se deberían crearse tantas expectativas con el trabajo de uno.