martes, 5 de mayo de 2020

Imaginación

Siempre le han dicho que tiene mucha imaginación y todos quieren saber de dónde la saca.  Es una característica que lo ha llevado a ser uno de los diseñadores más prestigiosos en su campo. 

No lo sabe, no tiene ni idea qué es la imaginación, pero si de algo está seguro es que la suya no proviene de su cabeza. El cerebro, leyó alguna vez, siempre intenta ponerle significado a todo: cada ruido, cada gesto, cada palabra, y toda la información que lo bombardea a lo largo del día debe, para él, tener una explicación lógica. Por eso le da importancia a lo que cree relevante para la supervivencia de la persona y le cuenta una historia sobre eso, basado en lo que sabe, en alguna experiencia previa, sus sentimientos y cómo puede afectarlo. 

El cerebro, cree, está ocupado con miles de cosas más importantes que ponerse a imaginar, pues aparte de velar por la supervivencia de la persona, tiene que lidiar con toda la neurosis, manías y delirios que cada persona carga, con cada locura personal, por decirlo de otra manera. Eso es algo que también cree, que cada uno de nosotros está loco de remate y que somos buenos para esconder nuestra locura. de la mejor manera posible, con diferentes válvulas de escape que accionamos en nuestras rutinas. 

La imaginación, cree, debe provenir de otra parte del cuerpo, de un lugar más visceral como el hígado, por ejemplo, que aparte de producir la bilis que ayuda a la digestión, también se encarga de la producción de la imaginación, que nos ayuda a digerir las altas dosis de realidad a las que estamos expuestos. 

“¿De dónde cree entonces que viene su imaginación?”, le vuelve a preguntar la mujer que lo entrevista. 

Al final contesta cualquier cosa con una respuesta comodín relacionada con meditar y leer mucho. Le interesa que todo el mundo siga pensando que la imaginación tiene que ver con la cabeza, para no perder su lugar de privilegio.