martes, 10 de julio de 2018

Presencia

Dicen, aquellos que saben mucho y que no me gusta llamar expertos, que cuando nos enfrentamos a una buena narrativa, hay ocasiones que experimentamos un fenómeno conocido como “presencia”. Ese estado nos permite comprender algo acerca de nosotros, un es un momento en el que nos conectamos con la narrativa a todo nivel, y en los que se difumina la frontera entre lo real y lo imaginario. 

Me acuerdo del tema porque veo a un hombre que debe tener un poco más de veinte años. Lleva una chaqueta verde oscura gruesa, con la cremallera hasta arriba y unas botas rojas. Sobre su mesa reposa un vaso de café grande, al que le da sorbos espaciados, pues sus manos están ocupadas sosteniendo un libro grueso de hojas arrugadas y amarillentas, del que solo lleva unas cuantas hojas leídas. 

También lleva puestos unos audífonos gigantes, aunque dudo que este escuchando algo, pues más bien parece que la función que cumplen es silenciar el ruido que se produce a su alrededor. 

En ocasiones se inclina bastante para leer el libro y parece que lo fuera a tocar con la nariz. Puede que eso se deba a alguna enfermedad de sus ojos, pero prefiero pensar que lo que el joven lector está experimentando un episodio de presencia y que lo que desea al inclinarse de tal manera es adentrarse en la historia que lee, ser otro de los personajes, 

¿Acaso cuántos de nosotros no hemos deseado eso alguna vez, deshabitar la realidad, tan turbia y extraña, en la que vivimos para habitar alguna ficción?