viernes, 10 de agosto de 2018

71 personas

Supongo que las tres mujeres que llegan son Abuela, madre e hija. Están uniformadas con sastres negros que imprimen tristeza. Yo, sentado en una de las barras del café y con una sed infinita, tomo un jugo con mucho hielo, mientras mis pensamientos son como una bandada de pájaros inquietos, que cada nada levantan vuelo de un lado al otro de mi cabeza. 

No sé porque escogen sentarse en el lugar en el que estoy, que es el más apartado de todos. Al principio mi yo huraño se molesta con su presencia. Ocupan el resto de la barra y la madre, tal vez notando mi fastidio, y ya cuando sus acompañantes están sentadas, dice: “perdón señor nos sentamos”. El tipo agrio que me habita se acobarda y le da paso al decente: “Si claro señora, siga”, responde. 

Quedan a mi derecha la madre, la hija y la abuela, en ese orden. La mujer más joven a cada rato se dirige a la segunda con todo tipo de frases que comienzan con la palabra abuelita: “abuelita quiere un poquito”, “abuelita, ¿está rico?”, abuelita esto y abuelita lo otro. A pesar de todo el interés que su nieta muestra por ella, la abuelita no responde nada y le da sorbos a su bebida, como si estuviera atafagada de tanta cantaleta. Tiene la mirada perdida en un punto que solo ella parece ver y, seguramente, se pasea por un recuerdo o pensamiento que nada tiene que ver con el momento presente. 

En ese momento, a la mujer que me dirigió la palabra, la que creo tiene pinta de mamá o tía, le suena el celular. “Hola papá, dice”. Guarda silencio por unos segundos y luego responde: “Yo conté 71 personas.” Tapa el teléfono con una mano y les dice a sus acompañantes: “Papá, pregunta que si fue la misma cantidad que la del sepelio”. Su vestimenta cobra sentido. 

“Si, creo que sí, yo conté más o menos las mismas”, responde la hija. Silencio de nuevo. 
“Carlos si sigue muy mal papá” … “No, no quiere ir al psiquiatra”. 

¿Quién es ese Carlos que no quiere ir al psiquiatra?, ¿Qué le pasó?, ¿hacía parte de las 71 personas?, todo son preguntas. 

“Muchas gracias señor”, dice la mamá al tiempo que las tres ponen de pie.