martes, 3 de mayo de 2022

Isola y sus recuerdos

La mujer está sola en la mesa de un restaurante. Se nota que es espigada. Da la impresión de que la silla y mesa le quedan pequeñas.

La acompaña un vaso con un líquido verde, parece un batido de verduras. A ratos, cuando cae en cuenta de que ordenó esa bebida, le da sorbos esporádicos. También mira su celular, pero no le dedica mucho tiempo al aparato. Su actividad favorita consiste en concentrar su mirada en un punto de la pared de enfrente que no ve, un recuerdo. Ahí se queda ensimismada por unos segundos, hasta que se acuerda de su bebida y vuelve a levantar el vaso, pero de nuevo vuelve a tropezar con un recuerdo o pensamiento y el mundo la pierde.

Da algo de envidia ver como disfruta de su soledad con desparpajo. Se nota que no le pone mucha atención al hecho de no estar acompañada por nadie. Se preocupa solo por estar, pero no cobija su conducta con toda esa retahíla budista del presente; disfruta del simple hecho de existir, estar ahí, sola o acompañada, feliz, triste o como sea que se siente.

Dan ganas de preguntarle que piensa, pues seguro ha sacado conclusiones importantes sobre la vida durante todo el rato que lleva sentada.

Otra vez mira ese punto fijo del que hablamos, hasta que una mujer se acerca y la llama por su nombre: "Isola”, dice una vez, pero la mujer del batido verde no atiende al llamado. “Isola, ¿eres tú?, pregunta más fuerte la intrusa y la saca de sus pensamientos.

Sí, es ella.

“?Hola Karen!”, responde Isola, “estaba distraída”. Se pone de pie para darle un abrazo a la recién llegada. Intenta que sea fraternal, pero solo le resulta cordial. Karen no se da cuenta de esto y la abraza como si Isola hubiera vuelto de la muerte.

“Ya había pasado por aquí y no te había visto”, dice Ahora. Isola sonríe. De pronto eso era justo lo que quería, que nadie la viera, perderse en sus pensamientos y en los sorbos de su bebida verde, estar y ya.

“Estoy en la terraza con fulanito y fulanita”, le dice Karen ahora, y ve que Isola duda en dejar su mesa, así que refuerza su frase con un “¿vamos?”.

Isola se pone de pie como a regañadientes. De pronto quería estar sola y seguir rumiando sus recuerdos, pero no lo sabemos.

No sabemos nada.