Hoy, cuando me iba a bajar de un taxi y como siempre hago de acuerdo a un consejo que me dio mi mamá hace muchos tiempo, reviso que no se me haya caído o quedado nada en el asiento. En medio de esa conducta casi reflejo, vi una moneda de $500, un evento completamente inesperado pues en mi revisión tradicional nunca encuentro con algo.
Estiré mi brazo y la agarré. Estoy seguro que no era mía, pues no tengo presente que en unas vueltas me hubieran dado una moneda de esa denominación. Quien sabe, quizás era del taxista y se la robé en sus narices. Una vez me subí a un taxi con más personas, y me tocó en el puesto del copiloto. Cuando mire al piso habían varias monedas de $1000 y $500, me agache y recogí una pero se me hizo muy raro y le pregunté al conductor que si era de él. "Sí, Mucha gente las recoge" dijo mientras reía. Me contó que ese espacio era su alcancía provisional de monedas. Con pena, la tire al piso y me hice el loco el resto del viaje.
Después de tomar la moneda de $500, que obviamente ya hace parte de las entrañas de mi alcancía de libros, pensé otras vez en ese cliché cultural de las señales. A veces es bueno subirse en esos imaginarios colectivos.
Decidí que el haberme encontrado esa moneda fue una señal, pero lo dejé en eso, es decir, no me puse a pensar de que tipo podría ser, ni mucho menos qué me quería decir, La semana pasada también me encontré un billete de $2000 en el bolsillo derecho de una sudadera. Sin importar la denominación, ese siempre será un evento afortunado.