Tranquilino García intentó vivir de sus oídos. Desde pequeño había desarrollado una habilidad excepcional para escuchar sonidos casi imperceptibles. A veces se asombraba cuando él y un perro eran los únicos que volteaban la cabeza cuando la vibración de algún cuerpo llegaba a sus oídos.
Duro 2 años sin un trabajo estable hasta que un día leyó, en la sección de clasificados del periódico, el aviso de un detective privado que hacía trabajo de seguimiento para estudios de comportamiento.
Ese día algo le hizo clic en su cerebro, en realidad no, pero a veces le gustaba aferrarse a ese tipo de clichés. "Una de las habilidades principales de un detective privado es saber escuchar", pensó y para eso no existía nadie mejor que él, así que decidió ofrecer su servicio:
¿Quiere saber que es lo que dicen acerca de usted las personas que trata a
diario? Llámeme. Tranquilino García, teléfono 9565348752.
Detective privado experto en escucha
Era un anuncio ambiguo , ni el mismo tenía claro el título que se había dado, pero le gustaba como sonaba eso de "experto en escucha", y pues, a la larga, todos se denominan expertos hoy en día.
Publicó el anuncio y luego de dos semanas, cuando estaba a punto de olvidar el asunto, le entró una llamada a su celular. Una mujer quería contratar sus servicios.
Ella, Carolina se hacía llamar, atravesaba una situación complicada en la empresa donde trabajaba y quería saber que rumores corrían, en su lugar de trabajo, que la involucraban.
La función de Tranquilino era sencilla. Carolina debía decirle a quien investigar y Tranquilino debía seguir a esas personas durante el tiempo que considerara prudente; ubicarse a la distancia necesaria de ellos y mirar, escuchar claro está, si la persona mencionaba a la mujer en alguna de sus conversaciones.
Comenzó su primera misión como detective experto en escucha con una lista de 10 personas. Tranquilino veía su nuevo trabajo como una forma fácil de ganar dinero. Eso fue lo que pensó en un principio, pero apenas supo detalles íntimos de la vida de Carolina entró en pánico.
Un día, en medio de un ataque de paranoia, abanonó la ciudad. Ahora busca un especialista para reducir su capacidad auditiva. Esta harto de saber cosas que no le incumben , de enfrentarse a dosis de realidad que, en ocasiones, lo desequilibran.