jueves, 30 de marzo de 2017

Tamaños y opciones

Hace fila para comprar una bebida caliente. Entre la amplia oferta de productos a la venta, se decide por un capuchino mediano. Mientras espera su turno escucha atentamente la canción de su reproductor musical y la canta mentalmente. El percusionista frustrado que lleva por dentro sale a flote, y le da unos golpes a un tambor imaginario que ubica enfrente. 

Cuando es su turno, la cajera le pregunta qué quiere. Le responde con una sonrisa “Buenos días, un capuchino mediano con leche deslactosada, por favor”

“Ok, ¿Lo quiere con whiskey, Amareto o vainilla?” En ese momento piensa en lo agobiante que se torna la vida con tantas opciones para todo. 

“No gracias, sencillo”

“Bueno, tenemos estos tamaños” le dice la mujer, al tiempo que le muestra cada uno de los vasos de cartón: “pequeño, mediano, mediano grande, grande y extra-grande” “¿Acaso no le había mencionado ya el tamaño?” piensa

“Mediano, gracias”.

Cree que el mundo funcionaría mejor si todos tuvieran claro que es lo que quieren hacer, desde tomar café hasta conquistar el planeta.

“Cuál es su nombre?”

“Para qué carajos necesita mi nombre? Solo quiero un maldito café” piensa

“Alberto”

“Sr. Alberto, al final de la barra puede reclamar su pedido”

Alberto camina hacia el lugar indicado, ubica su factura, junto a otras que están perfectamente alineadas sobre la barra, espera poco tiempo hasta que alguien grita en un tono cantadito que, no sabe por qué, lo irrita: “¡Señor Alberto!”.

Después de más o menos un minuto le entregan su bebida. Le da un sorbo mientras sigue enfrascado en su soliloquio acusador: 

“¡Claro!, el mundo está asi de jodido porque no tenemos claro que es lo que queremos, ni al momento de pedir un puto café.  Por eso es que otros se tomas atribuciones que no les corresponden y comienzan a aconsejar a diestra y siniestra qué necesitamos o qué debemos hacer para que nuestras vidas funcionen de una mejor manera.

Cuando termina el primer sorbo piensa: “Está muy simple , la próxima vez le voy a hacer caso  a la cajera y lo pido  con Amareto”.

miércoles, 29 de marzo de 2017

Realidad quebrada

Me entero de la muerte trágica del hermano de una amiga de la universidad; un hecho repentino que, a diferencia de esas ocasiones en las que lentamente esperamos a que la muerte se lleve a alguien, al saber que no existe posibilidad para otro desenlace, quiebra la realidad tan violentamente que nada tiene sentido.

“Lamento mucho la muerte de tu hermano” Le escribí en un mensaje y al poco rato me respondió: “Gracias, es indescriptible el dolor”

Tal vez cualquier cosa que uno diga en esos momentos sobra y sea preferible guardar silencio, en vez de repetir las frases de cajón para esos momentos: “Dios te dé consuelo y Fortaleza. Igual a tú familia”, “mis oraciones están con tú familia”, “Dios lo tenga en su gloria”, etc. bien intencionadas, claro está, pero que se pierden en el momento.

Sin embargo, quería decirle algo, no sé, que sepa que a pesar de que no nos vemos ni hablamos hace muchísimo tiempo, remotamente estoy ahí para lo que sea.

“No sé qué decirte, sobra decir que cuentas conmigo para lo que necesites”. Otra frasesota de cajón, quizá la más cliché de todas, No quería que la conversación quedara en eso, a veces es bueno cerciorarse dónde poner el  punto final a lo que sea que hagamos.

Como creo firmemente que en los libros podemos encontrar resguardo de las peores situaciones que nos plantea la vida, en ese instante me acordé de uno que leí hace poco  y que precisamente habla sobre el sinsentido de no volver a ver a alguien.

“Hace un tiempo leí un libro al que quizá le puedes dar un vistazo cuando la marea emocional baje un poco”  

“Dale, cualquier cosa sirve”

Intercambiamos otro par de líneas, en las que le doy la razón de lo duro que es la pérdida de un ser querido, antes de concluir la conversación me escribió: “Si, pero los amigos nos sostienen”.

A la larga no importa de qué manera decidimos acompañar a las personas en ese momento, si en silencio o llenando sus oídos de frases que se repiten una y otra vez. Lo importante es estar ahí e intentar tapar, de alguna manera, esas grietas que van apareciendo cuando la realidad se quiebra. 

martes, 28 de marzo de 2017

Preguntas de seguridad

Luego de pensar qué palabras poner en la barra de búsqueda del correo electrónico y después de varios intentos, Sánchez por fin da con el E-mail en donde encuentra el usuario para ingresar a la sucursal virtual de su entidad financiera.

Ya en la página, después de ingresar el usuario y contraseña y dar clic al botón  "ingresar" le aparece la página de preguntas de seguridad "¿Cuál es el nombre de su abuelo paterno?"  ¿Cuál era el sobrenombre de infancia de su hermano mayor"? No tiene idea de ninguna de las respuestas.  Sabe que su abuelo se llamaba Gabriel y por alguna razón le llega a la cabeza "Toto" como posible respuesta a la segunda pregunta.  Las digita  pero nada ocurre.  Luego de otro par de clics da con una página en la que me indican los teléfonos de atención en todo el país para restaurar el servicio de consulta en la sucursal virtual.

Al día siguiente marca  y le contesta una mujer a la que le explica lo que necesita.  Muy cordialmente ella le dice que si le puede ayudar, pero que primero debe hacerle unas preguntas de seguridad que requiere el procedimiento, básicamente una confirmación de datos, concluye.

Le responde "ok" pero de repente lo invade una angustia momentanea "¿y qué si por alguna razón no respondo correctamente a las preguntas que está a punto de hacerme?   ¿y si uno no es quien cree ser?  ¿Van a acusarme de fraude financiero dado el caso que de una respuesta incorrecta?" se pregunta.

"Sr. Sánchez, ¿ha tenido usted alguna vez una cuenta corriente en el banco Ahorro Social?"  
"¿La he tenido?  ¿Quién soy financieramente hablando?  ¿Nos definen nuestras cuentas bancarias?" 
"¿Sr. Sánchez?"? repite la mujer y arrasa con su breve monólogo interrogatorio.

 "Si" responde  de forma inconsciente. "No mentiras, una vez saqué un CDT con esa entidad pero nada más"  "Ahh ¿entonces, no ha tenido  una cuenta corriente con el Ahorro Social?" pregunta ahora la mujer, con un acento como Argentino que lo distrae momentaneamente.

Por el tono cree que es un deber tener o haber tenido una cuenta en ese banco. Después de unos segundos suelta un tímido "no". 
"Ok" Sr Sánchez, responde con cariño la mujer que, al parecer, detectó su angustia en medio de la conversación. 

Luego, la mujer le suelta una seguidilla de preguntas, que Sánchez, ya con confianza, responde mecánicamente. 

"Gracias por su información Sr. Sánchez, en 3 horas puede volver a ingresar a la sucursal bancaria para generar unas nuevas preguntas de seguridad"

lunes, 27 de marzo de 2017

Mariana y el sushi

Conocí a Mariana en el matrimonio de un amigo. Ese día, durante la ceremonia, no paré de mirarla, algo que tuvo que ser obvio pues quedó ubicada en diagonal, unas tres bancas atrás, a mi derecha. Cuando pasamos al salón de la recepción, teníamos asignada la misma mesa.  Yo llegué primero y al rato ella se sentó a mi lado. Tiempo después me confesó que lo había hecho a propósito, "Pa' ver que era tanta miradera".

Creo que salimos a las dos semanas de habernos conocido. Un miércoles  La recogí en su casa y fuimos a un sector de la ciudad con varios restaurantes. No había pensado qué íbamos a comer, así que deje que ella escogiera. "¿Qué quieres comer?" "Sushi" respondió casi al instante, como si esa fuera su respuesta cuando la opción de elegir  restaurante era 100% decisión suya.

Yo nunca había probado el sushi. Me repugnaba la idea de comer algo "crudo". "Bueno" le respondí, ocultando mi repulsión hacia su opción. ¿Por qué no le propuse otra cosa apenas me dio la respuesta? Era claro que me gustaba y estaba dispuesto a sacrificar mi paladar por ella y por la cita, que romántico, ¿no?

Como no sabía nada sobre sushi, ni cuáles eran los mejores rollos, qué ingredientes, etc. dejé que ella escogiera, me imagino que mi opinión consistió en que uno tuviera salmón ya que, en contravía a mis gustos de ese entonces, si me gustaba ese carpaccio.

Cuando llegó la bandeja con los rollos, después de que ella tomó uno y lo mojó en salsa soya, hice lo mismo, Supongo que ese día también aprendí a manejar los palitos o fingí saberlos utilizar y, afortunadamente, quién sabe cómo logré desenvolverme con soltura en la tarea.  Cuando me metí un bocado a la boca, di con la agradable sorpresa que estaba probando algo muy rico. Desde ese día me aficioné al sushi.

Con Mariana salí unos cuatro meses y al final las cosas no funcionaron, pero esas son palabras para otro escrito. 

viernes, 24 de marzo de 2017

Incongruencias aéreas

En enero fue la última vez que monté en avión. Ese día el vuelo experimentó bastantes turbulencias.  Afortunadamente nunca le he tenido miedo a esa experiencia ni he pasado ningún susto. Conozco una persona a la que le da pánico volar y cuando no le queda otra opción, prácticamente se tiene que dopar para dormir la mayor parte del vuelo. 

Según el consejo nacional de seguridad de Estados Unidos, es mucho más probable que uno muera caminando por la calle, al montar en motocicleta, carro, bus o bicicleta que en un accidente aéreo. La probabilidad es de 1 entre 8 millones, es decir, si una persona abordara un vuelo, de manera aleatoria, todos los días, llegaría a tener 21.000 años antes de morir en una tragedia aérea. 

Parece que las cifras están de nuestro lado, pero el hecho de que la probabilidad no sea igual a cero no deja de inquietarme. 

Después de que uno se sube al avión, ubica el puesto y acomoda la maleta en el compartimiento que está encima de las sillas, llega ese momento previo al despegue en el que se encienden las pantallas ubicadas en el espaldar de las sillas. ¿Para decirnos qué? Donde están las salidas de emergencia, que hacer en caso de que el avión caiga en medio del mar, suponiendo que no nos hayamos desintegrado en mil pedazos; la posición que debemos adoptar en caso de impacto y cómo utilizar las mascarillas de oxigeno una vez que estas caigan como por arte de magia del techo; en resumidas cuentas puras indicaciones sobre qué hacer en caso de accidente. 

Siempre intento distraerme mirando la revista del mes que trae artículos interesantísimos, pero la voz del video se ejecuta en mi cerebro en un segundo plano. Así que de tantas veces que la he escuchado, ya más o menos tengo claro que es lo que debo hacer en caso de tragedia aérea. 

De todo esto hay algo que no me cuadra y que creo aumenta mi aversión a ponerle total atención al video. Si uno se fija bien en las imágenes de este,  salen unos muñecos animados con movimientos de robot, en actitud de completa calma. mientras una mujer, con una parsimonia admirable, le pone la máscara a un niño pequeño sentado a su lado para después ponérsela ella misma. Es así que en medio del caos, digamos, de un avión cayendo en picada, no se ven maletas volando por los aires y sus gestos de los muñecos no reflejan ningún tipo de  angustia (¡Hp! nos vamos a morir)-

Es muy probable que si el video fura fiel al momento, varias personas dejarían de montar en avión, pero las que lo siguieran haciendo e engancharían de inmediato con el drama del video y se aprenderían  a la perfección todas esas instrucciones.


jueves, 23 de marzo de 2017

El peso de la ley

No me gusta hacer reseñas de los libros que leo, pues una reseña no deja de ser una opinión y estas, aunque no lo queramos, siempre van a juzgar, además la verdad es que a nadie le interesan nuestras opiniones sobre lo que sea. Siempre cargamos para todo lado y defendemos a capa y espada nuestra "verdad" y es difícil abandonar ese territorio de supuesta sabiduría o que una opinión supere nuestros sistemas de defensa. 

Como no hago reseñas, me limito a marcar frases o párrafos enteros que, por una u otra razón, me causan algún impacto, qué sé yo, he vivido una experiencia similar, me evocan recuerdos, o me parecen un total acierto de palabras por parte del autor.

Algunas veces las notas ocupan varias páginas y en ocasiones las comparto todas, a pesar de haber leído miles de veces eso de:

"No se permite la reproducción total o parcial de este libro, ni su incorporación a un sistema informático , ni su transmisión en cualquier forma o por cualquier medio, sea electrónico, mecánico por fotocopia, por grabación u otros métodos, sin el permiso previo y por escrito del editor"

¿Cuántas veces no cometimos un delito sacando fotocopias en la universidad? y, aparte de esos métodos, ¿cuáles son esos "otros métodos" que mencionan? ¿aprenderse, por ejemplo, El Señor de los Anillos de memoria y compartirlo como relato oral?

Suelo pasar una mala noche los días en los que comparto las notas de un libro.  Duermo mal, cualquier ruido me despierta y una sensación de delincuencia flota cerca de mi. Una vez soñé que un equipo táctico de operaciones, compuesto por 6 tipos rudos, armados de pies a cabeza con máscaras antigases que seguro ocultaban gestos de rabia y de querer partirle la cabeza a alguien, tumbaban la puerta de mí cuarto para luego balear mi computador, donde almaceno el cuerpo del delito.

Uno nunca sabe en qué momento  le va a caer  el peso de la lay encima

miércoles, 22 de marzo de 2017

Bilingüe

Jirka Polientis Cree que uno de los retos más grandes que tenemos como raza es lograr una sincera comunicación entre culturas y países, algo que podría catalogarse como complejo si tenemos en cuenta que existen alrededor de 7000 lenguas en todo el mundo. El inglés, que supuestamente Jirka maneja a la perfección, es una de las más trajinadas.


Recuerda como hace unos años tener un buen nivel de ese idioma podía marcar la diferencia, mientras que hoy ya es considerado como otros de los tantos must a los que nos debemos pegar.

En una entrevista que le hicieron hace poco, tuvo el descaro de decir que era bilingüe y salió, según cree, bien librado de las preguntas que le hicieron en ese idioma. Esa misma noche habló con Camila, una amiga que estudió lenguas y le preguntó que significaba ser bilingüe.

“Según el marco común europeo de referencia para las lenguas, uno es bilingüe cuando tiene un grado de formación C1 en cualquier idioma."

“¿Qué carajos significa eso?” preguntó Jirka

Escuchó como Camila tomaba aire para responderle: “En otras palabras, eso significa manejar 6500 palabras del otro idioma: significado, diferentes sinónimos, entender todos los registros formales, familiares y sus respectivas contracciones.

“Hable claro” le respondió ahogando una risa.

“Por ejemplo la palabra gonna es el registro familiar y la contracción de going to

Jirka ya no podía hacer nada en contra de la cuerda que le había dado a Camila en uno de sus temas preferidos. 

“Todo lo que le dije, se resume en ser Usuario independiente, es decir, aquel quien lee, comprende y produce textos en inglés casi a la perfección, quien también entiende sin mayor problema un diccionario Inglés-Inglés.” 

Mientras conversaban, recordó que Camila aprende y practica inglés desde hace 10 años.

“Chino, yo solo hasta el año pasado me certifiqué en el nivel C1, y creo que nunca voy a llegar al C2, pues significa ser un hablante nativo.

Ese día Jirka cayó en cuenta que no era bilingüe y que compartía algo en común con ese grupo de personas que cargan para todo lado la frase de batalla que aplica para diferentes idiomas: “Yo no lo escribo ni lo hablo muy bien, pero lo entiendo”.

martes, 21 de marzo de 2017

La loca

"¿cómo se llama?"
"No sé"
!¿Qué edad tiene?"
"No sé"
 "¿A qué se dedica?"
"No sé"
"¿ Tiene algún familiar o conocido a quién podamos contactar?
"No sé"

Estas y más preguntas le eran echas a la mujer que con cara de pánico y angustia abría los ojos.  Sus pupilas, de un verde intenso, parecían tener la respuesta a ese determinante "No sé" con el que respondía a cada pregunta.  Dos agentes la habían encontrado en una calle, recostada en posición fetal sobre el pavimento y llorando. Parecía el ser más indefenso del planeta.

Tenía el pelo revuelto y largas líneas negras, producto de la combinación del maquillaje con las lágrimas, cubrían su rostro y la hacían ver como una loca, pero su vestimenta de ejecutiva iba en contravía de su aspecto demacrado; dejaba claro que no era una mujer que deambulaba día y noche por la calle,

"¿Qué hacemos con esta loquita Pérez? Le pregunto el sargento a su subalterno.
"¿Meterla en el calabozo mi sargento? o no sé pero lo que usted ordene"
"¿No sé? Pérez no me diga que se le pegó la respuesta de la loca.

Mientras los dos policias discutían, la mujer intentó pararse de la silla donde la habían sentado para agarrar su bolso, que reposaba sobre la mesa de Pérez. En su desesperado intento, este la tomo de la cintura evitando que cogiera, sus pertenencias.
“Mi celular, denme mí celular” gritaba ahora. “¿Para qué lo quiere? Le preguntó el sargento “¿ya sabe a quién llamar?”
“No sé, ¡pero denme mi celular!”
“Pérez como usted se encariño con esta loquita amárrela a la silla con las esposas; yo me voy para la casa. Si se pone muy cansona, métala al calabozo y listo, ¿Bueno?” 
“¡Si mi sargento!” respondió Pérez, haciendo chocar los tacones de sus botas negras en posición firmes. 
"Deje tanta maricada Pérez"
"Bueno mi sargento"
Apenas se fue el sargento, Pérez ató a la mujer a la silla, mientras pensaba “Pórtese bien reina, que yo no la quiero meter al calabozo”. 
Afortunadamente Pérez no tuvo ningún inconveniente con la mujer por la noche. Al rato de atarla a la silla, ella cayó en un sueño profundo. 

Al día siguiente se levantó sobresaltado. La mujer estaba despierta, y aunque su cara no era la mejor, sus facciones y actitud ya no reflejaban la angustia del día anterior. 

“Buenos días” le dijo ella 
“Buenos días” le respondió Pérez con cuidado 
“¿Me podría pasar mi bolso Señor agente?” 

Pérez decidió repetirle las preguntas que le había hecho el sargento el día anterior 

“¿Cómo se llama?” 
“Diana Robledo” 
“¿Qué edad tiene?” 
“Eso no se le pregunta a una dama” respondió ella con una sonrisa 
“¿Qué edad tiene?” repitió, serio. 
“37 años” 
¿Tiene algún familiar al que podamos contactar?” 
“Precisamente para eso quiero mi cartera.  Necesito llamar a mi esposo. ¡Hoy Por fin le ponen datos a mi celular.!”

lunes, 20 de marzo de 2017

Música quieta

Otra vez se le hizo tarde.  Se toma el vaso de jugo de naranja de un sorbo prolongado y escucha como el líquido se desliza por la garganta, le da un mordisco a un trozo de pan y sale disparado hacia la calle, el mundo, la vida.  Baja las escaleras corriendo mientras, con una coordinación que lo sorprende, se pone los audífonos en sus orejas, casi a manera de movimiento reflejo.

Ya en la acera deja de correr.  Le pone atención a la canción que escucha y comienza a cantarla mentalmente. Otros asuntos compiten con la atención que le presta a la melodía, pero les da espacio a todos. Le gusta cuando sus ideas se armonizan de esa manera.

La calle que tiene que cruzar está a pocos metros.  Apenas baja el pie derecho del Anden, ve por el rabillo del ojo que un carro se aproxima.  Calcula la velocidad del viento, la aceleración del auto, el índice de fricción de sus zapatos con el suelo, y con base en estos se atreve a dar un dictamen acerca del estado de ánimo del conductor. Luego pone el otro pié sobre el pavimento.

Da dos pasos , pero su instinto le anuncia que algo se aproxima.  Voltea la cara hacia la izquierda y ve al carro, tan ajeno hace un momento a  sólo dos metros.  "Me va a atropellar" piensa.  Su cerebro no se pone de acuerdo con las piernas, se devuelve un paso, avanza otro y de nuevo echa uno para atrás, parece que  bailara.

Cierra los ojos y por encima del ruido de la música que sale de sus audífonos y de sus pensamientos, escucha la frenada.  Cuando los abre ve el bómper del carro a sólo 50 centímetros de él. Luego levanta la cara y ve al conductor moviendo los labios y las manos con furia. Levanta torpemente una mano y la mueve, según cree, en señal de disculpa.  

La muerte como siempre a tan solo a un compás, beat, tono, lejos de nosotros.

domingo, 19 de marzo de 2017

Antimateria

Desde que Verónica lo dejó, se ha dedicado por completo al estudio de la antimateria, quién lo hubiera pensado, toda una vida dedicada a la fisica para terminar estudiando cosas que son y no son o más bien que son lo contrario a lo que son, es decir, pasarse semanas enteras e incluso algunos fines de semana, analizando las propiedades de las  antipartículas que son las que componen su base de estudio, trabajo, y por qué no decir vida, la antimateria. 

No entiende que fue lo que falló. Su relación con Verónica parecía una ecuación sencilla Noviazgo + amor = matrimonio.  Se había obligado a pensar que su era un asunto sobre el que tenía algo de decisión. El, todo un científico,  quiso apostarle a una  una vida predecible y determinada.  Cerrar los ojos antes el caos natural de la vida pero, ¿qué más caótico que el amor?

Habían organizado un viaje a Borgund, Noruega, para visitar un par de iglesias medievales  con dragones construidas en madera que tanto le fascinaban a ella.  Iba a ser el viaje de sus vidas.  Al segundo día, uno soleado que auguraba un buen desenlace de eventos, metió el estuche con el anillo de compromiso en un bolsillo de su pantalón de la suerte.  A veces le aterraba seguir aferrado a agüeros como ese.  

Mientras caminaban, en un momento que atravesaban  un bosque lleno de árboles altos y frondosos, la tomó por sorpresa y se arrodillo para proponerle matrimonio.

Ya no recuerda cuáles fueron las palabras que salieron de su boca  cuando abrió el estuche, solo la expresión de angustia de ella y su anti-respuesta para la ocasión: "lo siento, no puedo" para luego salir corriendo y lo dejarlo allí arrodillado, lleno de sentimientos encontrados o anti-sentimientos.

El recuerdo aun le incomoda y lo pone nostálgico.  Sigue dedicado al estudio de la antimateria, pues cree que tal vez esa sea la respuesta a todos los problemas que tenemos. Trabaja una teoría que indica que cualquier asunto de nuestras vidas  tiene dos lados que se equilibran; entonces así como suponemos que hay  amor, también debe existir anti-amor y en cualquier momento una de las "sustancias", por catalogarlas de alguna manera, prevalece sobre la otra.

jueves, 16 de marzo de 2017

José - C

A Diego a veces a se le aparecen recuerdos de su infancia de un momento a otro.  Puede encontrarse totalmente enfocado en la ejecución de una tarea, la que sea, que le implica un mínimo de atención, y un recuerdo, que en la mayoría de ocasiones no tiene nada que ver con lo que está haciendo, aparece como un ráfaga de viento que le hace perder el equilibrio de la concentración.

Un  día, mientras analizaba un estado financiero, se acordó de José. José era uno de sus compañeros de clase en el colegio.  Un personaje muy tranquilo quien, a pesar de su corta edad,  parecía tener una inmensa sabiduría budista, pues vivía anclado al presente, en y para el momento.  Lo más importante en su vida era el  fútbol. 

La mayoría de compañeros de clase le daban demasiada importancia a las notas  y a ser buenos estudiantes para recibir esa palmadita de aprobación en la espalda de parte de padres y profesores; hoy en día eso no ha cambiado mucho.  José era distinto. No pertenecía al bando de los "blindados", esos que les costaba entender cualquier cosa, y era muy  ágil para hacer cálculos matemáticos mentales.

José era un ser aleatorio por naturaleza, no se sabía con qué iba a salir o como iba a actuar ante cualquier situación que le planteara la vida, lo único seguro acerca de él, era que nunca seguía a la manada.

Un día  tenían un examen final de Ciencias Naturales.  Los más nerdos del salón habían dormido pocas horas, tratando de memorizar cada uno de los temas. Diego no era uno de ellos, pero también había estudiado mucho.  Ese día cuando llegaron al salón, varios de esos personajes desafiaban a otros a que les preguntaran lo que quisieran, y apenas les disparaban una pregunta, respondían con soltura y sacando pecho, más al darse cuenta de lo nerviosos que se ponían aquellos que no sabían las respuestas, pues no habían dedicado el mismo tiempo a preparar el examen.

Ese día el profesor llego muy puntual y apenas entró les anunció:  "El examen va a ser de selección multiiple: a,b,c,d y e para cada pregunta y tienen que seleccionar la respuesta correcta. Diego nunca entendió la necesidad del profesor  de explicar en que consistía la opción múltiple, pero apenas le entregaron el examen comenzó a  contestar con angustia, y las preguntas sobre las que tenía duda fueron un suplicio,  ¿cómo no iba a seleccionar la opción correcta con todo lo que había estudiado?

Al terminar el examen se sentía agotado.  Se puso de pie y todo el mundo a su alrededor comparaba respuestas:"Cuál era la 1?","La 3 fijo era la a", Luego de dar unos pasos se encontró de frente con José, quien lucia muy calmado. 

"¿Y qué, como le fue? le pregunto.
Espero que bien "Marqué todas con la C"
Lo miró sorprendido " ¿Está seguro?", le pregunto sin pronunciar palabra y con los ojos bien abiertos.
"Parcero, yo no estudié, pero para  esas preguntas de opción múltiple la mayoría de veces la opción correcta es la B o la C, hoy me decidí por la C"

Luego de la corta conversación, a la que no le dio importancia, José se puso  pasear por todo el salón para armar un equipo de fútbol para el recreo. 

miércoles, 15 de marzo de 2017

Líneas

Escribe un cuento. Trata sobre un hombre que se encuentra con una vieja amiga de la universidad, que ahora es la esposa de un conocido. Joaquín, el personaje, se la topa sin querer en la calle. ¡hágame el berraco favor! Es una coincidencia casi tenebrosa encontrarse con alguien que se conoce, sin proponérselo, en una ciudad con más de 8 millones de habitantes, ¿no?.

Escribe una línea de diálogo en la que Joaquín le dice a Andrea: “Me cuesta trabajo pero me gusta”.

El procesador de texto le subraya tímidamente la palabra trabajo con una línea de color azul. No le agradan las líneas, pues tienden a tachar, juzgar y, lo peor de todo, dividir territorios: Los de aquí y los de allá, los que están en lo correcto y los que no, los despistados y los acertados; se podría quedar enumerando “bandos” hasta que le llegue la muerte.

Parece que la frase puede tener un error de sintaxis. Ubica el cursor encima de la palabra y le da clic derecho para ver que le sugiere o sugieren, pues no sabe cual es el encargado de los subrayar los errores, si es el mouse, el computador o el programa. “Uso de la coma” le dice(n), y el "error" supuestamente se soluciona al poner una coma después de la palabra trabajo.

Se niega a hacerlo. Para él la frase es la correcta, y más allá de reglas gramaticales aplica para su personaje y su intención en la escena. Finalmente selecciona “omitir una vez” y sonríe burlonamente.

“Esa coma antes de la palabra ‘pero’ es aburrida” piensa, y la asocia con ese tipo de personas para las que nada está bien y todo es un lío. Esas que les gusta poner peros por todo, en conclusión, esas personas que a cada rato trazan líneas reales o imaginarias con todo y con todos.

martes, 14 de marzo de 2017

Lola

"Hola si, hablas con Lola, dame un segundo que estoy en un librería" le anuncia a su interlocutor mientras devuelve un libro a un estante.  Resulta difícil definir que es lo sensual, si el tono delicado de su voz, su acento, repleto de eses pronunciadas que se pasean con gracia por su boca, o una combinación de ambas cosas que se traduce en una manera de hablar que a veces parece un canto.

Inclina la cabeza para aprisionar el telefono contra su hombro.  Luego de terminar la llamada suspira y comienza a pasear con gracia por el lugar.  Hojea y coge libros, uno de aquí, otro de allá y los carga por un rato hasta que se cansa.  Se sienta en el piso, abre uno de ellos en cualquier parte y empieza a leer,

Lee de afán.   Pasa las páginas velozmente y  con angustia. Se atraganta de palabras como si fuera  el último día de su vida o llevara una abstinencia de lectura de varios años. De repente suelta el libro que lee, se pone de pie y otra vez comienza a brujulear por la librería.

Ahora carga la máxima cantidad de libros que puede, unos 8 o 9.  En su camino se le cruza una silla y se desploma en ella.  Un par de los  libros que lleva caen al piso. Los mira con indiferencia, mientras acomoda el resto, con cuidado y estirando su brazos, en el mismo lugar.

Otra vez lee. Parece que entra en ese flujo de lectura llamado presencia, de forma fácil y se transporta a otro mundo con la narrativa.Tiene claro qué es lo que debe hacer.

lunes, 13 de marzo de 2017

Epitafio

Víctor Cienfuegos está tendido en la cama.   La  fiebre, a ratos,   le da espacio a breves periodos de lucidez. Aparte de su familia, una esposa que no para de llorar y sus  dos hijos pequeños que la imitan pero no entienden bien que es lo que ocurre, lo acompaña Carlos,su abogado, una de las pocas personas  que realmente lleva el título de amigo en su vida. 

"Aprovechemos que no estoy desvariando Carlos, ¿qué hace falta?"
"Ya está todo listo, sólo una cosa, que la verdad no es muy importante
"No joda, no me dejé con la duda,  ¿qué?"
  "hermano, ¿cuál quiere que sea su epitafio?"

A pesar de llevar meses enfermo, nunca había pensado en eso.  Le llegó a su memoria el de la tumba de Agatha Christie:

"El sueño después del duro trabajo
el puerto después de los mares tempestuosos
la muerte después de la vida, producen
enorme placer"
- Edmund Spenser -

 Le quedó grabado en su cabeza  un día que vio un programa en el que le hacían un perfil a esa escritora junto a Gabriela Mistral y J. K Rowling.  Ya no recuerda cuál era el hilo conductor de la nota.

"¿Por qué escogió la novelista un texto del poeta Edmund Spenser? se pregunta. no tiene idea, seguro internet tiene la respuesta en una de sus miles de millones de páginas. Al final opta por regalarse una sencilla: "es muy preciso, algo que tal vez sólo logran los poetas y su sensibilidad narrativa."

Justo después de ese recuerdo, le llegó otro: ""Confusion will be my epitaph"  frase de Epitaph, canción de king Crimson, corta y  quizá no tan lírica como las de Spenser, pero sincera a morir. 

 Nada en su vida había sido claro, justo en esos momentos en los que creyó tener dominadas todas las variables, llegaba la vida, con su destino, astros, lo lo que fuera y le cambiaba el panorama por completo.  Estaba seguro que la mayoría se sentía igual de perdido que él, solo que les costaba admitirlo abiertamente.

Finalmente y haciendo un gran esfuerzo levantó la cara para mirar a su amigo a los ojos: no nos pongamos dramáticos ni trascendentales, usted sabe que nunca me han gustado esas huevonadas, que pongan "Victor Cienfuegos murió"

Su abogado le sonrió de forma cansada para luego estrecharle la mano por última vez. 

viernes, 10 de marzo de 2017

Fuente

Un fino manto de nubes púrpuras cubren un sector del cielo, más oscuro que de costumbre, a manera de parche improvisado.  2 postes de luz amarilla intensa iluminan un rectángulo de cemento que es una cancha de fútbol, baloncesto y voley-ball al mismo tiempo.

Una mujer se sienta en una banca. Cruza una pierna sobre la otra y la mece con alegría.  Dice algo en voz alta.  ¿Qué?,  ¿con quién habla?,  ¿acaso está loca?

Un ejercito de árboles se alza imponente, cada uno con varias ramas que se bifurcan como arterias y terminan en copas frondosas.

Una campana quiebra el silencio, con un compás certero.  Suena 7 veces y su vibración lentamente se pierde en los oídos de las personas,  ¿por qué 7?  ¿simplemente anuncia la hora?  ¿las campanadas tienen algo que ver con la divinidad del número?

Grupos de personas que cada vez caminan más rapido, con bufandas enroscadas en los cuellos, los hombros apuntando al cielo y las manos en los bolsillos, aparecen como ráfagas de viento,  Uno de esos peatones quiebra un vidrio de una botella rota, que se encuentra en el piso, con uno de sus pasos. Un big-bang, a escala pequeña, de un micro-segundo.

La fuente, simétricamente ubicada en toda la mitad de la plaza, tiesa y  expectante se percata de todo.  Nadie se fija en su sencilla belleza de formas redondas  o  en el sonido de agua que la recorre  y que tanto tranquiliza.

jueves, 9 de marzo de 2017

Ciudad de cartones

Hay días en los que hace mucho sol y las noches son muy frías.  Tal vez, más allá  del cambio climático, eso también se debe a un equilibrio que pretende mantener el universo. Parece que el clima de Bogotá trata de ir a la par de su caos diario y no es más que una mezcla variopinta de frio, calor, lluvia, granizo y viento.

Hace unos días compré unos pastelitos gloria, de esos que se comen de un solo bocado y con los que uno llega a pensar: "como son pequeños, no hacen el mismo daño que uno grande".

En un edificio a pocas pocas cuadras de mi casa, dos niñas (por su parecido supongo que eran hermanas) recicladoras escarbaban una caneca.  Como bloqueaban mi paso, decidí salir del andén para caminar por la calle.

Justo cuando las iba a pasar de largo, una de ella, de cara bonita  manchada  por su trajín diario, ojos tan oscuros como el petroleo y el pelo recogido en una cola de caballo me dijo algo.  Como tenía los audífonos puestos  no escuché nada ; supuse que pedía dinero.  Me quité los audífonos para ver que era lo que quería, y nuevamente soltó su frase con un nivel de ternura que desarma al ciudadano indiferente, usted sabe querido lector, ese en el que nos solemos convertir a causa de esta mole de cemento, carros, angustias, smog, y grandes dosis de indiferencia que llamamos ciudad.

"Tiene algo de comer que me pueda regalar?"

A veces algunos sucesos encajan perfectamente.  Ese día no había comprado los pasteles para mí.

miércoles, 8 de marzo de 2017

Niños con pistolas

La primera vez que vi el libro "Voces de Chernóbil", no tenía idea que lo había escrito la premio nobel Svetlana Alexiévich.

Esa vez  leí un fragmento de la contraportada:

"Cierra las ventanillas y acuéstate.  hay un incendio en la central. 
Vendré pronto.  Esto fue lo último que Vasili Ignatienko, un joven
 bombero, dijo a su esposa Liudmila" 

Si usted, estimado lector, no siente algo de curiosidad por saber que le terminó de pasar a Vasili y su esposa, seguro es un robot. Yo no me aguanté las ganas y en la siguiente visita a la libreria compré el libro, que está dividido en tres partes: La Tierra de los Muertos, La Corona de la Creación y La Admiración de la Tristeza, que contienen más de 40 relatos, que Alexiévich define como monólogos, realizados a partir de entrevistas ha personas que han vivido la tragedia de Chernóbil en carne propia.

Algo muy interesante del libro de la escritora bielorrusa, es el enfoque hacia el lado humano de la tragedia, y como ha transcurrido y transcurre la vida de las personas que viven cerca al reactor; viejos campesinos, por ejemplo, que sienten que si la radiación no los ha matado, la vida en la ciudad terminaría de hacerlo.

En el libro quedan expuestas nuestras ínfulas como raza, de creernos amos y señores, no solo del planeta sino del universo entero.  Nadie estaba preparado para lo que ocurrió en la central,  incluso los soviéticos que se  se sentían listos para una guerra atómica.

De pronto lo mejor que podemos hacer ante esos temas que no dominamos del todo,. es comportarnos como niños pequeños, es decir, acercarnos a a lo desconocido con asombro y las dosis necesarias de respeto. De resto vamos a seguir siendo niños que juegan con pistolas.

"Es posible darle una pistola a un niño?
Nosotros somos unos niños locos"
- Voces de Chernóbil -  

martes, 7 de marzo de 2017

Chontaduro

Chontaduro es una palabra muy agradable. Creo que incluso podría utilizarse como mantra para meditar. Siempre he pensado que las palabras que empiezan con “ch” o mejor, que comienzan con las letras c y h, ya que los eruditos de la RAE le rebajaron su título a dígrafos (dos letras que representa un solo sonido), son graciosas y muy sonoras.

Hoy me llamó la atención el título de una noticia en internet: “La cirujana de mi hija vende chontaduro” que no tenía comparación con otras que la rodeaban: “Jennifer López muy sincera sobre Marc Anthony”, “Todos los involucrados en el peor caso de corrupción”, “El nuevo triunfo internacional de J Balvin”.



El título de la noticia de la cirujana es es un buen juego de palabras. Quizá evoca recuerdos de manera inconsciente y por eso llama la atención. De inmediato pensé en una historia emotiva sobre una cirujana que vende chontaduro, y a partir de ahí comenzaron a desprenderse varias preguntas: ¿qué la llevó a hacer eso? ¿apoya alguna causa? ¿qué punto desea dejar claro?”.

“La ‘cirujana’ debe ser mucho más interesante que Jennifer López o J Balvin” pensé. Dejé la ventana abierta y me ocupé con otra tarea, hasta que en una de mis frecuentes y esporádicas pausas activas mentales  del día, decidí leer la noticia. 

Me decepcionó, pues el uso de la palabra chontaduro se desperdicia completo en todo el texto. Este trata sobre "La cirujana”, que se se hace llamar “La Ronca”, y su grado médico no es más que otro seudónimo. Combina la actividad de vender chontaduro con la de realizar procedimientos quirúrgicos de “belleza”, como aumento de glúteos a través de inyecciones de Aceite industrial, a mujeres que sueñan con, digamos, tener la cola de Jennifer López. 

Seguro que "La cirujana" cuenta con el mismo nivel de mentira de todos los que están envueltos en el peor caso de corrupción. Aun intento descifrar cual es el punto de conexión que tiene con J Balvin.

lunes, 6 de marzo de 2017

¿Qué más da?

A pesar de estar cansado, José Barón fue a la celebración del cumpleaños de Pamela. "muchas viejas van a estar solas" fue el gancho que utilizó su amigo, el novio de la homenajeada para que fuera.  Había tenido una semana de mierda y sólo quería relajarse, tomarse unos tragos y ver gente, nada más.

Cuando llegó al bar, José ubicó a su "grupo de rumba", unas personas que no conocía. No había rastro de las "muchas viejas solas" que le había prometido  Martínez, su amigo, salió a su encuentro y lo arrastró a la barra.  "Menos mal que llegó" le dijo.
 "¿Quién es toda esa gente?" preguntó José
"Ni idea, puros amigos de Ana de la oficina, no los conozco".
"¿Qué tomamos?" preguntó Martínez
"No sé, yo no tengo mucha plata,  ¿por qué escogen sitios con esos covers tan putamente caros?"
"Fresco, no se estrese, yo lo cubro"

Martínez era generoso para cubrir a sus amigos cuando salían de fiesta. Pidió una botella de ginebra y otro par de agua tónica, más un vaso de zumo limón de un color verde intenso. A José el último le pareció más bien una sustancia radioactiva, así que decidió tomarse el trago puro por el resto de la noche.

De ahí en adelante se la paso conversando con Martínez en la barra.  De lejos vieron que llegaban las "muchas viejas";  eran tres: Magda, una mujer alta con pelo negro, y unas botas que le llegaban hasta la rodilla; Catalina una monita bajita, pecosa y, según Martínez, algo repuestica,  y otra de la que solo tiene una imagen borrosa, junto con el nombre, en su memoria.

Se la pasó en la barra con Martínez tomando despacio, no quería emborracharse.   Ambos se dedicaron a ver gente, bueno, Martínez a morbosear a un grupo que si tenía muchas viejas solas y ligeras de ropa. En un momento, Pamela se acerco a la barra y les pidió el favor de que se integraran con el grupo que, al iniciar la tanda de música electrónica, había formado un círculo, donde la mayoría bailaba con un gesto incomodo en sus caras, mientras se movían torpemente de un lado a otro, tratando de llevar el ritmo de la música.

"Que pereza esto" le dijo a Martínez, mientras le sonreía amablemente a Magda y sus brazos se movían como unos tentáculos que tenían vida propia.  En un momento otra mujer del grupo, se le acercó y le susurró al oído "Oiga, usted le gustó a Catalina".  "¿Y no tiene noticias de Magda?" pensó preguntarle, pero la mujer ya se había marchado a bailar a otro lugar.

La noche avanzó y otro par de personas del grupo también le soltaron un par de indirectas sobre Catalina, a las que respondía con una leve sonrisa nerviosa, que camuflaba un "no me jodan". Después de la inagotable música electrónica, el chucu-chucu fue nuevamente  la melodía reinante en el lugar.

Quizás el trago ya había hecho algo de efecto pues ahora hablaba animadamente con esos desconocidos, a quienes también abrazaba y con los que reía a carcajadas, celebrándoles  chistes flojos, como si fueran amigos de infancia. 

Bailó un merengue con Catalina, probablemente un Wilfridazo, como decía Martínez, ya no lo recuerda. "Será que es verdad que le gusto?" penso. y sin dudarlo se lanzó a darle un beso que ella aceptó como si nada. " Quiero bailar con Magda. Catalina no me llama mucho la atención, pero un beso no se le niega a nadie" pensó mientras se besaban.

Unos gritos interrumpieron el momento.  Volteo a mirar que ocurría y varias personas tenían agarrado a Martínez que careaba desde lejos a un amigo de Ana que, luego se enteró, había estado bailando de forma inapropiada con ella.

A las dos semanas, llamó a Catalina y salieron.  Luego repitieron las salidas varias veces pues, ¿qué más da?

viernes, 3 de marzo de 2017

Copia de seguridad

La semana pasada, mi portátil se apagó de un momento a otro. Me di cuenta que el cable de poder estaba desconectado “seguro se descargó” pensé, así que lo conecté y esperé un rato a que se cargara un poco. 

Después de unos minutos lo volví a prender, pero el sistema operativo no quería iniciar. En la pantalla salía el logo de la marca y en la parte inferior, sobre una franja azul, el siguiente mensaje: “presione F2 para entrar en BIOS o F4 para Recuperar. Oprimí F4 pero todo siguió igual. Como sé muy poco de esos aspectos técnicos, busqué en internet y me encontré con una página que recomendaba: “oprima cualquiera de las dos teclas como si estuviera jugando videojuegos, hasta que el computador reaccione” es raro,pero así decía. Seguí la instrucción, pero después de un rato paré, pues iba a dañar el teclado con el frenético movimiento del mi dedo índice oprimiendo esa tecla.

Acto seguido, mi cerebro me paseó primero por un estado de negación: “esto no me puede ocurrir”, y luego por uno de rabia: “¡computador sograntriple…!”, estados de ánimo que se potencializaron, al ver la memoria externa sobre mi escritorio. 

¿Cómo era posible no haber hecho esa copia de seguridad que tantas veces me prometí en meses pasados? Decepcionado, apagué la máquina. 

Traté de mantener la calma y pensar, que, de haberse dañado, iba a poder recuperar la información, pero ¿y si no, qué iba a hacer? es increíble el culto y dependencia que le rendimos a la tecnología, se nos daña un aparato, el que sea, y es como si  perdiéramos una parte de nuestra identidad. 

“Todo tiene solución” pensé. Intentaba mantenerme positivo, pero por mi cabeza se seguía cruzando el incidente y también un posible costo de reparación, un imprevisto en las finanzas del mes. 

Como suele suceder, al no salir las cosas como queremos, jugué al mártir, pero es evidente que existen personas a las que  les han sucedido cosas peores. 

Cuando John Steinbeck tenía listo el primer borrador de su novela “De Ratones y Hombres”, Tobi, su perro, devoró el manuscrito. 

Le contó lo ocurrido a su editor en una carta y le aseguró que el nuevo manuscrito (la restauración de los datos) estaría listo dentro de dos meses. Steinbeck, sin nada de lloriqueos, cumplió con su promesa y entregó el manuscrito de una de sus obras más importantes en el tiempo que había indicado.

Al día siguiente del inconveniente con mi portátil, antes de llevarlo a reparar, lo prendí y funcionó como si nada. Ese mismo día realicé la copia de seguridad de mis archivos, que si bien no son obras maestras de la literatura, muchos si se pueden considerar un "primer borrador". 

Hoy en día es muy difícil no recuperar la información de un computador, pero de darse el caso, no deberíamos  renegar tanto, sino mirar de que forma podemos restaurar los archivos. 

El incidente me hizo caer en cuenta que mucha de la información que manejamos día a día la tenemos en el E-mail o en la nube, así que nunca es tan grave. Eso sí, estimado lector, le recomiendo que cada cierto tiempo programe en su calendario la actividad “realizar copia de seguridad”.

jueves, 2 de marzo de 2017

La última sonata

Levantarse y bañarse con agua fría para despertarse por completo.  Desayunar algo, un café con un pan, un batido insipido, lo que sea y salir corriendo al trabajo. Manejar como un loco por las calles de la ciudad, pegarse al pito y mentar la madre por lo menos 30 veces antes de llegar a la oficina.  Así, oscuras, eran  las mañanas  de Felipe Salguero.

Un día el motor de su carro no encendió.  Utilizó 10 de los madrazos del trayecto de su casa a la oficina, combinándolos con golpes contra el volante. Abandonó el parqueadero de su edificio no sin antes darle un portazo a ese maldito pedazo de chatarra, un flamante BMW de color negro.

Salió de prisa caminando y el sol le encandiló los ojos. Lo maldijo.  Hacia mucho que no tomaba el metro subterráneo. Luego de caminar 10 minutos llegó a Ground Cantral,una de las estaciones del metro.  Había olvidado cómo era: Personas bajo la batuta del afán todas evitando contacto visual con los demás, "Mucho mejor, suficiente tengo con compartir espacio con ustedes" pensó.   Vendedores ambulantes, músicos, vagabundos, un universo al que se había desacostumbrado por completo, terminaban de adornar esa cálida mañana.

Alguien comenzó a tocar violín y la gente, contradiciendo su afán, se arremolinó alrededor de la interprete, una mujer ciega que llevaba gafas negras y un sombrero púrpura.  Tocaba una  sonata que invitaba a la nostalgia y a evocar recuerdos tristes. Varias personas se pasaban las manos por sus ojos para limpiar sus lágrimas. 

En ese momento llegó el metro y el público quedó entre Felipe y el vagón que debía abordar. Se las arregló para traspasar la multitud a punta de empujones e insultos.  "Maldita ciudad, maldita ciega, pero claro todos se relamen en su condición  de discapacitada y se les cuela la tristeza como si nada,  ¿acaso no tienen que trabajar?" se dijo mentalmente.

Su viaje en metro no duró más de 20 minutos.  Se acopló al afán de la mañana fácilmente y salió corriendo del tren.  Ese día tenía una reunión muy importante, iba a cerrar un negocio con uno de los magnates de la ciudad.

Cuando llegó al edificio, el sector de los ascensores estaba repleto.  No lo dudo un instante y tomó las escaleras.  Comenzó a subir por ellas a grandes zancadas, mientras maldecía mentalmente su mal estado físico, En el octavo piso sintió una punzada en su pecho que lo hizo caer y rodar por un par de escalones. No solo su carro fue el que dejó de funcionar ese día.

No se sabe quien contrato la música para su funeral, pero ese día la ciega tocó como nunca. Todos los asistentes lloraban; era difícil saber si a causa de la melodía o por la partida de Felipe Salguero.

miércoles, 1 de marzo de 2017

Ritual

Camila Caravante hace fila para que un sacerdote le estampe una cruz de ceniza en la frente con dos movimientos certeros,  uno vertical y el otro horizontal, del dedo gordo de su mano izquierda.  Le agradan las personas zurdas, pues tienen que lidiar con un mundo diseñado para los diestros; de cierta manera navegan en contra de la corriente.  Aunque diestra, a veces así se siente, una zurda a la que le resulta difícil encajar.

Cuando era pequeña le daba cierta importancia a todo el ritual, y después de que le ponían la cruz, era lo más cuidadosa posible.  Parecía una estatua todo el día, sentada con la espalda erguida y su mirada en un punto fijo; andaba despacio  para evitar que un movimiento brusco le hiciera perder intensidad al símbolo que portaba con orgullo en uno de los lugares más visibles del cuerpo.  Se la pasaba todo el día mirándose al espejo para constatar que  la ceniza todavía tenía forma de cruz y no como la de varias de sus compañeras que que se habían convertido en una simple mancha.

Sabe que el ritual tiene que ver algo con la cuaresma.  Le gusta la sonoridad de esa palabra y siempre que la escucha intenta hacer rimas con "cuarenta".  Hoy, después de que el cura concluyó su movimiento mecánico, le dijo con una voz cansada: "En polvo eres y en polvo te convertiras". 


Cuando iba camino a la oficina, rumió un poco la frase en su cabeza. La pronunció un par de veces moviendo los labios imperceptiblemente y en voz muy baja. De repente se le apareció esa otra frase con tinte terrorífico: "dale señor el descanso eterno y brille para ella luz perpetua", y quiso pensar en otro asunto. Se acordó lo que le había dicho otro cura hace unos años: "Arrepiéntete y cree en el evangelio", No se arrepentía de nada de lo que había hecho en la vida; la verdad prefería convertirse en polvo antes que arrepentirse.

Ahora es de noche.  Cuando se acuesta  vuelve a caer en cuenta del símbolo en su frente.  Se pasa la mano para ver si sus dedos sienten la ceniza. Luego los pone enfrente de sus ojos para ver si distingue algo con la poca luz que entra de los postes de la calle a su cuarto.  No puede ver nada, se da media vuelta y en pocos minutos se queda dormida.