jueves, 29 de agosto de 2024

Creo que es importante

Creo que es importante contarles lo que ocurre en este momento.

Son las 4.23 a.m. y desperté sin ninguna causa o motivo aparente. ¿Por qué? No me cuestiono la importancia de tan insignificante hecho, sino la razón de que haya ocurrido.

No tengo claro si abrí los ojos de repente o simplemente desperté. Supongo que ambas formas de irrumpir en la vigilia son diferentes, como también es diferente llorar por picar una cebolla a cuando uno lo hace por una dolencia emocional, y que la primera supera en violencia a la segunda.

El silencio es absoluto, así que resulta imposible que me haya despertado un ruido.

Pienso en mis dolores de cabeza y mi atención se dirige a esa zona del cuerpo, pero nada. No siento ninguna punzada o martilleo en mi cerebro.

De repente siento frío en los brazos y me levanto a ponerme un saco. ¿Por qué el bajón de temperatura? ¿Acaso se debe a un alma en pena que se pasea por mi cuarto en horas de la madrugada?

C, una amiga, cuenta que en su apartamento, en el cuarto de su hija, habita el espíritu de una señora de alrededor de 50 años.

Ella y una medium la contactaron y con la ayuda de un péndulo le preguntaron si podían referirse a ella como Rosa, a lo que el espíritu accedió.

Sea como sea la vida, la madrugada y su silencio, o el mundo espectral que habita Rosa, heme aquí tecleando estas palabras en la aplicación de notas del celular.

Teclear en ese aparatejo es incómodo y preferiría hacerlo en mi portátil, pero no hay chance alguno de que me ponga a desafiar el frío de la madrugada en boxers.

sábado, 24 de agosto de 2024

¿Escribo?

Un ruido me saca de mi sueño y me despierto sin saber muy bien quién soy. El silencio es casi absoluto y caigo en cuenta de qué fue lo que me despertó: La puerta del baño quedó desajustada y una corriente de aire hizo chirriar sus bisagras. Por alguna razón me dan ganas de escribir eso y lo hago en la aplicación de notas del celular.

Por estos días la migraña me ha obligado a tenderme en la cama la mayor parte del día. Así, con un desgano infinito, he visto pasar las horas. Me acompaña en esa noble tarea de hacer nada el hacer scroll down en el celular a modo de acto reflejo, como sin esperar nada a cambio de la vida.

Entonces me encuentro con el perfil de T. En Instagram. La sigo, pero no me sigue y no recuerdo cuando la agregué. T. escribe. Lo hace muy bien. Diría que mejor mucho mejor de lo que lo hago yo.  Soy bueno para eso, es decir, para identificar cuando alguien escribe bien.   ¿Y qué es escribir bien? Imagino que tiene que ver con dejar las entrañas en el papel. Escribir para seguir con vida, evitar enloquecer, y no para recibir aplausos.

Veo que tiene una cuenta en twitter (siempre será twitter, nunca X) y la busco. También la sigo ahí y tampoco me sigue en esa red. Es una de esas personas que me gustaría tener de seguidora, así no intercambiemos ni una palabra en toda la vida; pendejadas que uno piensa.

Busco más artículos de ella. Joder, que bien escribe, cuanta sensibilidad tienen sus textos, cuanta sinceridad. Se nota su cero afán de destacar y solo narrar. Se nota lo mucho que necesita sacar las palabras de su sistema.

Ahí es cuando me pregunto: ¿escribo? Leer a T. Me hace pensar que no, que escritura es lo que ella hace y que mis textos son tan solo un mero acercamiento. Igual no importa, sea lo que sea que haga, escritura o no, lo seguiré haciendo.

sábado, 10 de agosto de 2024

El sentido de la vida

“¿Cuál es el sentido de la vida?”, le preguntan a una mujer, a lo que responde: “Estar tranqui”. Pregunta y respuesta conforman el sintagma: el sentido de la vida es estar tranqui, signifique lo que signifique sintagma.

Sartre decía que la vida no tiene un sentido inherente, sino que cada persona decide qué propósito y significado le da. De ahí que la mujer de la que les hablo haya decidido que el sentido de la vida sea estar tranqui.

En ese orden de ideas, el filósofo también sostenía que no se ha venido a nada especial en esta vida, y que si acaso hay algo claro, es que la naturaleza del hombre, o bien su condena, es ser libre.

Tal vez el escritor Sándor Márai era seguidor de Sartre, pues dice lo siguiente en sus diarios:

Las palabras Dios, piedad, misericordia; todo lo que han dicho los curas y los filósofos es una completa mentira. No existe un «propósito» ni un «sentido». Sólo existen los hechos descarnados. Todo es un asco.

Camus decía que si la vida tiene algún sentido, este tiene que ver con encontrar algo de dignidad y propósito en un mundo absurdo, pero que el hecho de que la vida sea un circo incomprensible, no impide que no la vivamos al máximo, disfrutemos y amemos, es decir que nos entreguemos al placer que, pienso, tiene mucho que ver con estar tranqui.

Puede ser que la postura del escritor francés, coincida con la del narrador de la novela Temblor de Rosa Montero que decía que todo lo que sucede en este mundo es por puro y ciego azar, y que cada uno de nosotros es no es más que una mota de polvo cósmico; un minúsculo accidente dentro del caos universal. A  pesar de ese hecho tan contundente, nos hemos empecinado en buscar el sentido de la vida, entablando un combate a muerte de nuestra voluntad contra el azar.

Si hay algo que está claro es que no tengo idea alguna de cuál es el sentido de la vida, y que cada postura cuenta con buenos argumentos. Sea como sea, estar tranqui me parece una buena respuesta.