jueves, 30 de agosto de 2012

El trancón

No hay nada que hacer, debemos admitirlo, Bogotá quedo chiquita para tanto carro. De una vez califico como un berriondo a aquel que diseñe, invente o modele algo para desatascar esta ciudad, bien sea por Transmilenio reloaded, Metro, Tranvía, chalupa (por los caños de pronto funcionaría), burro, carreta, Teletransportación, mundos paralelos, etc.



De todas formas, siempre debemos mirar que cosa buena nos brinda cualquier evento que nos plantea la vida, por mas miserable y perra que sea la situación. Obvio que si quiere quedarse en la puteadera, no lo culpo, a veces eso resulta relajante hasta cierto punto.


Hoy estaba convencido que tenia una cita a las 6:00 p.m, pero por no verificar el mail que me habían enviado, el cual había leído por encima dos días atrás, resulto ser que me descache con toda, pues la cita se reprogramo para el Martes entrante.

Ya en el lugar, decidí pedir un café para hacerle frente al frío tan berraco que estaba haciendo y leer un rato. Leí hasta que llego un bobazo a hablar duro a la mesa de al lado  y repetir con frecuencia la palabras "huevón" y "marica" a su interlocutor (era un señor de 40 y tantos, que pesar). Estaba aferrado a la idea de tomar un bus, pero apenas salí y vi ese mar de carros, me entraron unas ganas de caminar increíbles.

Lo invito a que realice dicha actividad uno de estos días estimado lector, por lo menos por un par de cuadras hasta que se sienta cansado. Cuando uno camina piensa con calma muchos temas que rondan por la cabeza y  genera ideas, buenas o malas pero las genera; además dígame una cosa  ¿de verdad a usted le gusta manejar o meterse en un bus ante este panorama?:






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