lunes, 21 de julio de 2014

Sobrecupo

A un amigo de mi hermano, llamémoslo Pedro, siempre le pasan cosas chistosas, o de mala suerte; afortunadamente nunca son asuntos graves, sino que simplemente dan pie para que lo molesten.  Lo bueno, creo yo, es la actitud que él toma frente a las diferentes embarradas que le juega la vida, y como disfruta  sus "desgracias" con humor.  Esto evidencia que un arte que debemos dominar, es aprender a burlarnos de nosotros mismos.

Este fin de semana que paso fui a su despedida y en algún momento de la conversación, salió el tema de sus historias y peculiar suerte, y volvio a narrar una que me parece la mejor de todas.

SOBRECUPO

En uno de los primeros viajes que Pedro tuvo que hacer a campo apenas ingreso a una empresa, llegó al lugar del aeropuerto según lo que le  habían indicado un E-mail y no vio a nadie.  Después de esperar unos minutos se dio cuenta que había una busseta parqueada a lo lejos la cual estaba arrancando.  Pedro agarró su maleta y arranco a correr, mientras esta hacia ese peculiar ruido, mientras  las rueditas chocan contra los adoquines.   Como era de esperarse, no alcanzó el bus.  

Finalmente vió a un señor y después de contarle su historia sobre su empresa y el vuelo que debía tomar, le pregunto que de donde salia el mismo.  El funcionario del aeropuerto lo miró con cara de asombro, posiblemente pensando "Que tipo más perdido" y le indicó donde quedaba el lugar correcto para abordar.  Nuevamente él agarro su maleta y a correr se dijo; cuando llegó al lugar que si era, el avión ya se habia ido.

Allá encontro a otro señor a quién después de relatar nuevamente su historia, le rogo que por favor le indicara que debía  hacer para poder llegar a su destino.  Luego de estar más de una hora suplicándole, el señor le dijo que había un grupo de otra empresa que tenía un vuelo charter al mismo destino al cual él necesitaba llegar.

Pedro se dirigió hacia este grupo y cuando los abordó nuevamente tuvo que relatar la misma historia que le habia contado a los dos funcionarios del aeropuerto.  Aunque parezca increíble le dijeron que no había problema, y a pesar de que era de otra empresa, lo iban a dejar viajar con ellos, en resumidas cuentas iba a gorrear un viaje en avión.

Su nuevo grupo de "amigos" estaba ubicado en una sala y momentos previos al abordaje, una de las azafatas salió con una  lista en mano y comenzó a contar al número de pasajeros.  Después de una primera revisión la mujer dudo y comenzó nuevamente su tarea.  Pedro se dió cuenta que la mujer ya sabía que había un pasajero de más y comenzo a sudar mientras seguia sentado tratando de no mirarla a los ojos. Un hombre que estaba a su lado le susurro "Tranquilo, no vaya a decir nada".  

La mujer volvió a repetir su tarea de conteo, hasta que se cansó y le dijo en voz alta a todo el grupo "Miren, la lista que tengo no coincide con el número de personas que hay en la sala, así que me dicen quien es la persona que no está en la lista o no viajamos".

Pedro pensó que este era el fin de su aventura, y ya se imaginaba llegando con el rabo entre las piernas a la oficina, diciéndole a su jefe "Me dejó el avión".  Pero antes que admitir que era el colado, confió en las palabras que le había dicho el hombre, y no dijo nada.

Todos sabían que el era el intruso, pero ninguno quería delatarlo; así que el seguía sudando, esperando a ver si un milagro lo salvaba de tal situación.

Lo que paso a continuación demuestra lo jodido que es confiar en las personas.  El "buen hombre" que le había sugerido que pasara de agache, en un ataque neurótico, se levanto y señalandolo con el dedo le grito a la azafata ¡ES ÉL! ¡ES ÉL!.

Así fue que Pedro tuvo que relatar nuevamente toda su historia a la azafata, quien, después de escucharlo, le dijo: "Ok, siga".

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