Ofender es grave, es de mal gusto y suele ser una actitud de cobardes que se quedan sin argumentos válidos para defender sus ideas. Queda claro que ofender está mal, pero es peor toda la importancia que le damos al acto . Sería mejor dejar que todo nos resbalara. Solo "agarrar" lo realmente bueno y provechoso con cuidado, es decir, sin que se nos infle mucho el ego.
El punto, creo yo, es que hay dos tipos de ofensas: la visceral, esa que está llena de odio y que tiene como único fin hacer sentir mal a alguien, y la ofensa sin culpa de la que ninguno se libra de dar o recibir, es decir, cuando soltamos o nos impacta una idea, exponemos o defendemos un punto de vista y nos ofendemos o alguien se ofende porque le tocaron una fibra sensible y/o catloga a la ofensa como perteneciente al primer grupo.
Deberíamos dejar que todo el mundo diga lo que le de la soberana gana, y si no estamos de acuerdo, simplemente no ponerles atención y ya, pero no, somos buenísimos para engancharnos apenas nos sentimos amenazados, y es justo ahí cuando todo se comienza a complicar.
La solución está en relajarse más, no echarle tanta tiza a los asuntos y rodearse de personas que valgan la pena.
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