Cojones, eso es precisamente lo que nos hace falta a todos para vivir. Cojones para apostarle al cambio y salir de ese piloto automático en el que todos, unos en mayor o menor medida que otros, vivimos inmersos.
¿Qué será lo que nos frena? ¿las convenciones y paradigmas sociales, nuestra condición socioeconómica, la posición de los astros y los planetas? A la larga eso no es lo que importa pues siempre inventaremos miles de excusas para argumentar nuestra falta de cojones.
Todos los días suelo abrir muchas páginas con artículos que considero interesantes, pero a veces sólo los abro y en eso queda mi acción. Por eso desde hoy decidí por lo menos leer por completo uno de los artículos que me llame la atención en el día.
Hoy di con uno que habla sobre la escritora Susan Sontag, otra de las tantas que se encuentra como pendiente en mi radar de lectura. La columna fue escrita en el 2000. En ese entonces Sontag, se encontraba en una lucha a muerte contra el cáncer y estaba a punto de publicar la novela "in America". A causa del tratamiento que recibió, había pasado gran parte del año anterior, mientras intentaba terminar su libro, bajo efectos de drogas derivadas de la morfina, debido a los terribles dolores que experimentaba.
A sus 67 años de edad, aparte de la terapia física que recibía todos los días, también tomaba clases de piano y se mantenía con esperanza.
Cojones definitivamente es lo que nos hace falta a todos, mirar, como Sontag, de que forma le podemos hacer pistola a los inconvenientes con los que constantemente nos bombardea la vida, y sacarle provecho a cualquier cosa o actividad por más insignificante que le parezca a los demás. Este año voy a leer algo de Sontag.
“What I really wanted was every kind of life,
and the writer’s life seemed the most inclusive.”
- Susan Sontag -