Una alcancía de libros sería algo completamente ridículo. Tendría que ser un artefacto muy grande y no tendría ningún sentido ahorrar libros, aunque de cierta forma eso es lo que uno hace: atesorar libros porque siempre estamos colgados en la lectura, y a pesar de eso se compran más, cómo si los que no se han leído fueran a desaparecer de un momento a otro.
Este año había pensado en no ir a la feria del libro. "¿Para qué voy a gastar plata y a atiborrarme de libros, si tengo bastantes que no he leído y puedo comprarlos en cualquier momento del año, de forma pausada y tranquila?", pensé, si es que esa conducta existe para la compra de libros.
Ese era mi plan, hasta que mi hermano me propuso ir a la feria. Todo mi raciocinio se fue al piso, y fue ahí donde la alcancía de libros entró, para despejar los resquicios de dudas financieras, en el panorama. Es una alcancía que tengo hace bastante, y desde hace tres años adquirió su estatus de alcancía de libros, y cada moneda qué ha contenido equivale a $500 o $1000 de un libro.
Como siempre iré a comprar, mirar y antojarme de muchos libros. Cuando la abandone, con más libros de los que inicialmente había pensado adquirir, pensaré, como siempre, que en algún stand dejé olvidado ese libro destinado sólo para mi.
Larga vida a la alcancía de libros.
No hay comentarios:
Publicar un comentario