Casi todas las sillas de la sala del consultorio están llenas. El turno de atención que me toca es el número 64. Trato de asociarlo con algo a ver si corresponde a una de esas señales de las que tanto habla la gente, pero no se me viene nada a la cabeza.
Me siento en una silla y volteo a ver rápidamente hacia la derecha a una mujer que tiene la cara muy congestionada. Tiene la nariz muy roja, pienso que posiblemente es la paciente 0 de un virus que va a acabar con la humanidad, buena, y preciso me siento a su lado, pienso. Mi paranoia me hace creer que voy a ser el paciente 1.
Saco un libro y mientras lo leo, la mujer que va a acabar con la humanidad marca un número en su celular y comienza a hablar con alguien; al parecer, un hombre. Caigo en cuenta que la mujer no tiene ningún virus o gripa rara, sino que está llorando, un llanto de esos que parece no tener consuelo. "No sé, Tengo mucha angustia", le dice a la persona al otro lado de la línea.
Al rato una enfermera menciona su nombre en voz alta "Ana Ximena, siga por favor" y ella pasa al cubículo #1 dónde le van a sacar sangre. ¿Habrá sido ese el único motivo de su angustia?
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