Siempre he asociado las notas con un único color: El negro. Me refiero a las anotaciones que uno hace bien sea en un cuaderno, agenda o libreta.
En el colegio, desde mi punto de vista, siempre hubo personajes muy particulares en el salón de clase, casi mitológicos como diría otra persona. Lo más probable es que alguno de ellos piense exactamente lo mismo acerca de mi.
Quizás hablar de “personajes” es demasiado despectivo, tal vez es mejor bajar el término a “conducta”. Es menos determinante decir: "Es que ese personaje es tal por cual" a " ese personaje tiene una conducta X que me parece Z o Y". En últimas, es como si la conducta se desprendiera de la persona, y no hiciera parte de su identidad, sino algo que se repite por costumbre o presión social.
Pero bueno me imagino que existirán grandes y detallados ensayos sobre el ser humano y sus conductas. Como le venía contando, estimado lector, en el colegio veía cualquier tipo de conductas que me sorprendían, asustaban, quería seguir, repudiaba, etc. Una era la manera en que Wilson tomaba notas.
Mis apuntes nunca fueron malos o ininteligibles (palabra demasiado enredada para decir que algo no se entiende), pero a partir de un momento pasaron a ser monocromáticos. Siempre traté de agregarles viñetas, flechas; cualquier tipo de adorno para hacerlos más llamativos o agradables, pero nunca estuve satisfecho del todo.
De pronto le envidiaba eso a Wilson. Era un deleite ver como tomaba notas. Sentado perfectamente en su silla, su espalda describiendo un ángulo de 90 grados con su cola, abría un cuaderno completamente pulcro en la página donde había dejado su última anotación. Luego sacaba su cartuchera, un receptáculo de tela repleto de sorpresas, muy modesto con relación a los apuntes que tomaba. Wilson era el MacGyver de las notas.
Halaba la cremallera con mucha determinación y sacaba cuatro micropuntas (negro, rojo, verde y azul) y los ubicaba sobre el pupitre como un militar ubicando sus tropas sobre un mapa de guerra. Ocasionalmente hacia uso de otros elementos como liquid paper.
Luego comenzaba a anotar bien fuera lo que los profesores copiaban en el tablero o dictaban, pero sin importar la velocidad en que lo hicieran, Wilson siempre lograba que sus apuntes fueran pulcros.
Sus apuntes eran un festival de colores, que al sacarle fotocopias perdían casi por completo su encanto.
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