miércoles, 21 de diciembre de 2016

¿Uno debe o debería?

El idioma a veces resulta peligroso, de un momento a otro una palabra, un término una frase y su significado nos hacen dudar y enredan nuestra existencia; así ocurre con el verbo deber.

Deber hacer algo es una salida sencilla, es como escoger entre blanco y negro y olvidar, a propósito, los millones de colores que nos ofrece la paleta de la vida. 

Su conjugación “debería”, esa acción hipotética para el presente o el futuro, en cambio, permite cuestionar el estado de los eventos y le apuesta a que el curso de nuestras vidas no sea lineal.

Alguien que tiene muy claro este tema es Elle Luna. En su familia era una tradición estudiar derecho, así que, sin pensarlo, decidió ser abogada. Aplicó a nueve escuelas, pero ninguna la aceptó. Luego se presentó al instituto de arte de Chicago y logró ingresar para estudiar cine. 

Quizás ese fue el punto de quiebre en su vida, el momento en que se dio cuenta del gris camino del “debe” y del dinámico, lleno de atajos, baches y callejones, camino del “debería”. Tomó uno de esos atajos y cambió sus estudios a Storytelling conceptual.

Al graduarse, consiguió trabajo en la prestigiosa empresa de diseño IDEO. Luego de cinco años, el boom de las empresas Startups, la llevó a trabajar para Mailbox, Uber, y por último en la plataforma en línea Medium.

En medio de su frenética carrera, Luna también se dedicaba a pintar, actividad que se convirtió en algo mucho más importante que un simple pasatiempo. Se sentía dividida, repartida entre el mundo de las startups y su gran pasión por la pintura, al final se decidió por la última.

En su Charla de CreativeMornings narra esa transición:

“Todo comenzó con un sueño que se repetía, en el que yo entraba a un cuarto 
con paredes en concreto blancas, relucientes y un colchón en el piso. En el sueño 
me sentaba en el suelo de ese cuarto y me llenaba de paz interior. Un día una
 amiga me pregunto ¿ por qué no buscas el cuarto de tus sueños en la vida real?”

Hasta que lo encontró, con cada uno de los detalles de su sueño. Lo alquiló y la primera noche en él, se sentó para experimentar el estado de paz de su sueño, pero nada ocurrió. 

Comenzó a entrar en pánico, hasta que preguntó en voz alta: “¿Por qué estoy acá? Y el cuarto le respondió “Es hora de pintar”

Ojalá todos pudiéramos tener tan claro nuestro papel en la vida, pero nunca es tarde para hacerle caso a esas inexplicables corazonadas y preguntarnos qué es lo que realmente deberíamos hacer con ella.

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