Esta semana adquirí una deuda con este blog, conmigo; a ver me explico: Siempre intento escribir acá mínimo 5 días de la semana, y resultan raras las ocasiones en las que escribo más. Como bien sabrá ese gran lector(a) asiduo a este, su blog, me gusta producir ese quinteto de textos de Lunes a Viernes, pues los escritos de fines de semana me parecen extraños, como ajenos, en fin, pendejadas que uno se inventa y termina creyendo.
Hablemos ahora de ese lector asiduo; me gusta imaginar que hay alguien en algún lugar del mundo, que siempre lee mi blog, un lector al que, por alguna razón, le suelen resonar mis textos. De ser así, también adquirí una deuda con él/ella ya que con este, sólo serán cuatro los posts de esta semana.
Ayer en la noche y parte de la madrugada del día de hoy, en un arrebato de culpa por no haber cumplido con mi rutina semanal, escribí el segundo borrador de una historia que tiene como protagonista a Radiša Dobrilo, un francoritador Serbio inmerso en un momento de tensión, cuando se encuentra en la azotea de un edificio de 10 pisos en Zagreb Croacia. Un relato, que no había tocado en dos años, y con un tema que me cuestiona mucho, desde que leí “El Chelista de Sarajevo” que, humildemente, recomiendo a quien le guste leer.
Me gustaría, algún día, poder mostrarle la versión final de esa historia a ese lector(a) de mi blog para que vea que la deuda que adquirí no fue tan grave.
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