Ayer, en Cali, un avión de Lufthansa y otro de Avianca, casi se estrellan en pleno vuelo.
El piloto alemán le anunció a la torre de control que su vuelo no podía mantenerse sobre “Manga”, y justo después el piloto colombiano irrumpió en la conversación, para repetirle lo mismo a la controladora aérea, y al final le preguntó que si estaba entendiendo al piloto Alemán.
“Afirmativo, correcto. Muchas gracias”, respondió la mujer como para salir del paso. Imaginémosla mirando las pantallas fijamente, con una gota de sudor en la frente que lentamente se escurre por su cara.
Después el piloto de Avianca le dice que bueno, que ok, pero que el vuelo 024, el suyo, tuvo un avión a la misma altura, que, supongo, es como el mismo carril aéreo, y que ahora están en el outbond, y por último le pregunta que si vuelan a la derecha directo hacia el VOR.
La mujer le da la razón, que siga derechito hacia el VOR y que las instrucciones para el piloto alemán fueron proceder a esperar en Manga.
“Señorita, pero entienda; él no le está entendiendo lo que usted le está diciendo y estuvimos muy cerca—contesta de inmediato el piloto colombiano, y luego concluyó —por favor sea más clara con lo que está diciendo porque estamos muy mal con eso”, y cuando termina la frase hay interferencia en la comunicación; no se entiende lo que dice y resulta imposible saber si eso último es un insulto o qué más le dice. Al final como un papá que regaña a su hijo(a), le dice que si no entiende ponga a otra persona a que le ayude.
“Comandante, correcto. Sí se le copió a la aeronave, pero desafortunadamente varias aeronaves hablaron al tiempo, y no se le pudo copiar la información al piloto”, responde la mujer; podríamos decir que fue una comunicación-Nocomunicación.
Resulta difícil imaginarse toda la situación junto con la angustia que habrá sentido la culpable de ese accidente-Noaccidente (últimamente fantaseo mucho con el no de las cosas, es decir, ese otro lado que, digamos, las complementa, pero que nunca ocurre), la controladora aérea del aeropuerto de Cali.
Ich Wiederhole es una frase en alemán que más o menos suena Ig vidajole, y que significa: “repito”.
No me imagino lo estresante que debe el trabajo de esa mujer que claramente no sabe alemán y, supongo, pedalea el inglés. Es fácil irnos lanza en ristre en contra de ella con toda clase de acusaciones, pero a veces uno simplemente no entiende lo que le dicen, y resulta necesario preguntar que repitan lo que nos acaban de decir: Kannst du wiederhole, bitte? (¿puedes repetir por favor?), por si acaso la controladora aérea lee estas palabras.
Además, no sé cómo hacen esas personas para entender lo que los pilotos dicen con toda la estática de la comunicación.
Las estaciones de tren alemanas cuentan con una mujer que recita por los parlantes la información de los trenes: horas de llegada y salida, destinos y, supongo, algo más. De toda la retahíla, lo único que se le entiende de forma clara es cuándo la mujer hace una pausa, una vez termina su parlamento, toma aire y dice: “Ich wiederhole”, y comienza de nuevo a repetir toda la información a toda velocidad, como si el orden del mundo dependiera de eso.
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