martes, 2 de abril de 2019

Pimienta en las sienes

Un dolor de cabeza golpea las puertas de mi cerebro en la tarde. Él, todo inocencia, le deja seguir, y pues ni corto ni perezoso el dolor se instala, como esa visita molesta que, de repente, llega a nuestra casa, y que queremos se vaya lo más pronto posible. 

Tomo dos dolex, uno para cada hemisferio de la cabeza, pues vaya uno a saber si el dolor de cabeza tiene que ver con cálculos matemáticos o funciones lógicas que siguen corriendo, a manera de programa, en mi cabeza, o si más bien tienen relación con un aspecto humano y/o cultural como las emociones, la creatividad o el arte. Parece que las pastillas funcionan y la molestia desaparece, pero solo para volver con más fuerza un par de horas después. 

No quiero tomar más pastillas, y recurro a un aceite de pimienta que me regaló mi hermana y que funciona para los dolores de cabeza. Debe uno echarse una gota en la yema de un dedo, y luego hacer un masaje sobre las sienes. Supongo que el índice es el más adecuado para la tarea y me lo aplico.

¿Dónde carajo quedan las sienes?, sabemos que en los costados de la cabeza, y supongo que el punto más o menos exacto corresponde a seguir una línea recta desde la comisura exterior del ojo hasta, más o menos, la altura de la hélice de la oreja, pero ¿es entonces la sien un punto o un área? Decido lo primero y me aplico el aceite, el Mentha Piperita, su nombre científico me imagino, en esa zona imprecisa a la que llamamos sien, mientras me imagino la planta de la que lo extrajeron con ramas de color verde oscuro, como una mona del album de Jet.

El olor es intenso y produce escozor, con razón indican que solo se debe frotar en en ese punto, y que por nada del mundo debe tocar los ojos, no alcanzo a imaginar cómo sería de molesto si eso llega a pasar.

El dolor de cabeza parece mermar a medida que escribo estas palabras. No sé si es producto del aceite o de mi sugestión y ganas de que el dolor de cabeza se esfume de una vez por todas. 

Hace mucho en mí casa había una banda, con velcro en sus extremos, que, se suponía, funcionaba para aliviar dolores de cabeza, pues tenía dizque unos imanes en su interior. La banda en verdad no servía de a mucho, y creo que producía más dolor porque uno creía que sus capacidades curativas tenían que ver con lo fuerte que se apretara alrededor de la cabeza.

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