Un bug, es un término informático que hace referencia a una inconsistencia de un programa, que provoca un resultado indeseado. ¿Qué tal si esto que llamamos realidad simplemente es un programa que alguien puso a correr?
El fin de semana pasado me antojé de perro caliente, y a eso de las 9 de la noche llamé a un local para hacer un pedido a domicilio. Me contestó un hombre que comenzó a preguntarme que quería ordenar, y a ratos la señal se perdía. “Alo, alo, no lo escucho”, decía el trabajador del lugar. Parece que a veces la señal de celular en mi cuarto falla, así que me puse pie y con los pasos que daba por todo el cuarto, también repetía: “Alo”, la única palabra que pobló nuestro diálogo.
Por fin logre ubicarme en un lugar, más o menos en la mitad, y el hombre respondió a mi último alo: “Ahora sí lo escucho, ¿qué quiere ordenar?” Hice el pedido, pregunté el precio y cuánto tiempo se iba a demorar. El hombre respondió que de 30 a 40 minutos.
Pasaron 30, 40 minutos, y la hora decidí llamar para averiguar que había pasado. La comunicación fue igual de pésima que en la primera llamada, y después de mucho insistir por fin pude decirle al hombre que contesto, para qué había llamado. Me preguntó la dirección, se la di y luego preguntó que si había hecho el pedido por aplicación. Le dije que no, que había llamado directamente al local.
Quien sabe qué fue lo que entendió, pues dejo de hablarme para preguntar por los pedidos que tenían registrados por aplicación.
Cuando logramos hablar de nuevo, después de otra tanda de “¿Alo?, ¿Alo? no le escucho”, le dije, otra vez, que el pedido lo había hecho llamando directamente. El hombre volvió a consultarle a alguien, hasta que volvió al teléfono: “No, lo siento, su pedido no quedo registrado”
Pensé en volverlo a hacer, pero desistí, y me preparé una arepa con salchicha.
¿Con quién hable la primera vez que llame al local? ¿Le habrá llegado a alguien mi pedido? Me inclino a pensar que todo el episodio fue un fallo de la realidad.
No hay comentarios:
Publicar un comentario