miércoles, 20 de mayo de 2020

Cojines


Hace mucho tiempo, cuando era pequeño , tenía 3 cojines: dos verdes y uno rojo, que me caían bien. Eran cuadrados y no muy grandes. Me agradaban porque cuando los ponía debajo de la almohada al momento de dormir, mi cabeza quedaba en una posición cómoda y a una altura que, creo, era la perfecta. No recuerdo hasta qué momento los tuve.

Ahora, me cuesta encontrar una posición adecuada para mi cabeza al momento de dormir. Tengo dos almohadas que acomodo contra la pared hacia la que da la cama, para leer o ver televisión, y un cojín grande que tengo guardado en el closet porque me parece poco funcional o, más bien, un despropósito de cojín. 

Si durmiera con las dos almohadas, mi cabeza quedaría en una posición muy alta, y es muy probable que amanezca adolorido del cuello y que luego ese dolor se transporte hacia la cabeza. 

A principios de este año tuve un episodio de migraña y desde ese entonces duermo solo con una almohada, mi preferida, que se aplana con el peso de mi cabeza y vuelve a su forma inicial cuando la levanto. 

De todos modos siento que, pasado un tiempo, la almohada se aplana demasiado; digamos que se convierte en una almohada-oblea, y es como si se fundiera con la cama. Me doy cuenta de eso cuando me acuesto sin mucho sueño, y  me demoro mucho tiempo en dormirme, pues caso contrario, es algo que me importa poco. 

Mi hermana, que se queja de tener un dolor de espalda constante, no tiene problema alguno para dormir sin almohada, bueno de hecho no tiene problema alguno para dormir, y puede caer en un sueño profundo luego se haber dormido por varias horas. 

En estos días mientras acomodaba la almohada en la cama para dormir, me acorde de los 3 cojines que tenía cuando era pequeño. Hay algunos objetos de los que uno no se debería desprender nunca.

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