viernes, 29 de mayo de 2020

El futuro en una taza de café

Acabo de escribir un mal texto y no lo considero así porque este mal escrito o sea un tema aburridor, sino porque estaba cargado de opinión y tenía ese tufillo de “Yo me las sé todas”, que tanto detesto. Hay veces, en lo que sea que uno haga, que no se le pega ni al palo. Escribí eso porque era la salida fácil, pero luego de leerlo y detestarlo, me pedí disculpas a mí mismo y comencé a escribir esto. 


Cuando mandé el otro escrito a la porra, hace unos 5 minutos, me fijé en la tasa de café que reposa sobre mi escritorio. Es blanca y no tiene ningún logo; lo único que la diferencia es que en su base trae la marca y dice que fue fabricada en ese lugar que ahora tiene tantos ojos encima: China. Podría catalogarse, diría yo, como una taza sencilla. 

Si uno se fija bien, sería mejor no acumular tanta emoción en nuestras vísceras y que más bien nos pareciéramos más a los objetos, que son lo que son y ya, sin necesidad alguna de tener que demostrarle algo al mundo y a los otros objetos, es decir, nosotros o ustedes, bueno, ya me entienden. 

¿Pero si ven? Ya tomé un desvío. Les decía que me fijé en la taza, ya desocupada, y me puse a pensar sobre esas personas que adivinan la suerte al leer los restos de las tazas de bebidas calientes. Si no estoy mal solo funcionan ese tipo de bebidas, pues no he leído sobre videntes que lean vasos de whisky o botellas de cerveza, pero en estos tiempos ya nada debería sorprendernos. 

Levanté la tasa, observé su fondo y me pregunté cómo hacen esas personas para leer el futuro, cuando lo único que se ve son punticos cafés, junto con esa gota de las bebidas que siempre se queda pegada en el fondo de las tazas. 

Internet, esa tierra de nadie que lo sabe todo, da instrucciones claras de cómo se deben leer los posos de café, dice que para la actividad lo mejor es utilizar café turco y tazas de color blanco. Es decir que mi ejercicio ya tiene un 50% de error.  También dicen que la lectura se puede hacer directamente sobre la tasa o vaciando sus restos sobre un plato o un pañuelo. Yo, la verdad, preferiría utilizar directamente la taza, pues me da miedo jugar con mi futuro regándolo como si nada sobre cualquier superficie. 

El artículo también menciona que del fondo, la zona central está dedicada al amor, las paredes al dinero y el trabajo y los bordes con la salud. Luego habla de figuras: Una luna, un pez, cruces, cuadrados, flecha, entre otras que, se supone, uno debe ver y que cada una cuenta con un significado. 

Miro la tasa para ver que figura me voy a encontrar: Quizás Una espada que quiere decir que la justicia está de mi lado, un sol que significa felicidad duradera, ¡hágame el favor!, o un hongo que significa solidaridad, pero la verdad es que no veo nada. 

Llevo la tasa al platero y lavo los restos de mi futuro, ojalá que mi acción no tenga consecuencias.

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