jueves, 14 de enero de 2021

De amarres y otras cosas

Estoy en un grupo de Facebook de expats. No sé que hago ahí, ni en qué momento o por qué me metí, pero a veces me llegan notificaciones de las publicaciones que hacen las personas, la mayoría extranjeros, en el muro del grupo. Lo más sensato sería salirme, pero ya ven, ahí sigo, como esas personas que no abandonan un grupo de whatsapp, así no tengan nada que ver o aportar en él. 

Por lo general, esas publicaciones tienen que ver con viviendas o habitaciones en arriendo, objetos que están a la venta, y otras sobre trámites migratorios. 

Hace unos días, alguien publicó unas fotos de un local de brujería, en las que salían muñecos de felpa blancos, con hilos rojos y azules amarrados a los brazos y piernas, y otras en las que se veía la fachada de una casa de familia donde, supongo, prestan los servicios. 

El mensaje que acompañaba a los anuncios decía que unos maestros en amor y prosperidad, expertos en ligas, amarres, pactos, despojos y limpiezas, podían atraer y doblegar al ser amado o alejar a los enemigos, y daban a entender que solo se necesitaba de un chasquido de sus dedos para lograrlo. También informaban que, aparte de eso, son capaces de entregar los números ganadores para jugar chance. No entiendo para que se dedican a todo eso, en vez de jugar al chance o a la lotería ellos mismos, en fin. 

Me intriga mucho ese mundo esotérico. Una vez, en un taller de escritura, la persona que lo dirigía nos contó muchas historias de esas, y afirmaba que en Bogotá hay brujos muy poderosos. Una mujer de unos 50 años le dio la razón, y contó una historia que no entendí muy bien, que involucraba unas almohadas que flotaban. 

¿Qué tal que eso de los amarres funcione? ¿No se sentiría uno una especie de traidor, si la persona que tiene al lado, está ahí solo porque fue, digamos, hechizada?

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