“No juzgues un libro por la portada”, dicen.
La frase, pienso, debería ser más general: “No juzgues”.
Pero bueno, si de juzgar libros se trata, confieso que yo muchas veces si lo hago por la portada, es decir, que si me llama la atención, hay una mayor probabilidad de que los hojee.
A veces, muy pocas la verdad, voy a la fija, sabiendo cuál libro es el que voy a comprar.
En ocasiones como la Feria de Libro, adopto una actitud vagabunda, y me paseo por los pabellones a punta de feeling, digamos literario, esperando que algún libro me llame la atención.
Lo primero que debe tener, para que me enganche, es una portada llamativa. Luego reviso el título a ver si me despierta curiosidad. Por último, lo abro en cualquier página y leo un poco a ver si el estilo del autor(a) me convence.
Así descubrí a Juan José Millás, mi autor favorito, cuando me topé con su libro Articuentos Completos.
Hasta ese momento no tenía ni idea quién era; apliqué mi método y el párrafo que leí me hizo reír mucho. Luego de eso me enteré que escribía para el diario el País, después supe que era un novelista consagrado y comencé a leer toda su obra.
Ese descubrimiento también me llevó a explorar la obra de Rosa montero, que también escribe para ese diario.
Otras novelas que compré de la misma forma fueron: El Hombre que murió la víspera de Sergio Ocampo Madrid, y Como los perros, felices sin motivo de María Castilla.
También tengo debilidad por las portadas de la editorial Seix Barral. No suelen ser nada del otro mundo, sino fotos sencillas, pero tienen algo, quizás un aire vintage, que hace que me llamen la atención.
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