“En serio me da tristeza, era el único evento al que pensaba asistir. Hasta iba pedir permiso entre semana” dice C, una amiga, por un chat de WhatsApp. Se refería a la feria del libro, que otra vez se canceló por culpa de Covid Alfonso.
El rumor era que Suecia, como país invitado, iba a botar la casa por la ventana. Mi amiga pensaba que era posible que trajeran carne de Reno. Eso la había entusiasmado, pues ella la ha probado y dice que sabe muy bien.
Luego de haber expresado su decepción, L, otra amiga, compartió un tweet de un hombre, que afirmaba extrañar las filas para ir al baño y las crispetas a 20.000 pesos, cifra que, imagino, exageró para darle un toque gracioso a su publicación.
Yo extraño el evento, pero sin tanto guayabo. En las últimas ediciones me gustó mucho ir solo, en los primeros días de la semana, para paseármela a mi ritmo, siempre con actitud Flánerie y con muy pocos libros en mente.
Solo hubo una edición en la que llevé una lista y encontré dos novelas que tenía muchas ganas de leer: El tumbao de Beethoven y Vibrato.
También, con esa actitud vagabunda conocí los Articuentos completos de Millás y caí, o bien, sigo cayendo en el abismo de su obra.
También recordamos las filas para entrar al pabellón de caricatura, no encontrar mesas para almorzar, llevar sándwich porque era difícil comprar algo, y tomar cafecito sentados en el piso, porque todo estaba lleno.
“¿Pero no te estresa un poco pensar en ese ambiente, todo super lleno?” le pregunta L. a C. Yo lo pienso y es como “Estábamos locos para estar así de juntos jajaja".
C responde que eso le encantaba, es decir, saber que la gente andaba comprando libros, junto con el dolor de espalda de caminar horas y horas viendo libros, y esperar los últimos días la promoción de 4x8 de Random House.
“Siento que es como una vida pasada”, concluye.
También recuerda cómo ella y su esposo llevaban maletas vacías para cargar sus compras, y dice que hasta desarrolló una habilidad para llenar un formulario, para que le dieran entrada gratis todos los días.
Pero ya ven, los amantes de los libros otra vez nos quedamos sin feria y sin poder probar la carne de Reno.
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