“Aburrimiento extremo o estado de ánimo del que soporta algo o a alguien que no le interesa”, reza la definición.
Hoy me desperté con esa sensación. Ayer hablaba con una amiga y decía que estaba cansada. No se sentía mal físicamente; solo estaba cansada. Supongo que experimentaba tedio.
Intercambiamos un par de frases y uno de sus comentarios fue: “nadie sabe como encontrar el camino de regreso al tipo de vida que tenía antes”. Imagino que a eso también se debe el tedio que he experimentado en los últimos días.
De todas maneras creo que es necesario encontrar maneras de combatirlo con cosas sencillas.
Hoy, por ejemplo, mientras desayunaba, leí una caricatura de Calvin que me hizo sonreír. Iba a salir a comer con sus padres y tenía, claro está, que llevar a Hobbes. Como iban a ir a un restaurante elegante, lo vistió con un saco y una corbata del papa.
En el último cuadro, el papa dice: “no sé como me deje convencer de hacer esto”, mientras Calvin, sonriendo, le dice a la mesera: “A mi amigo le gustaría ver la carta de vinos”.
Más tarde, luego de mi segunda dosis de la vacuna, decidí celebrar comprándome un libro. Escogí “El libro del tedio”, pues me pareció apropiado para el estado de ánimo de los últimos días y porque parte de lo que leí en la contraportada me enganchó y me hizo sonreír:
“Sorprende y divierte, por ejemplo, la historia del empleado
público que lucha a diario por descubrir las funciones para
las que ha sido contratado…”
Con la compra también me dieron un separador con una cita de Van Gogh:
“Tengo naturaleza, arte y poesía, y si eso no
es suficiente , entonces ¿qué es suficiente?”.
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