jueves, 3 de marzo de 2022

Ser como Holden Caulfield

Uno debería actuar como Holden Caufield, el protagonista de El guardián entre el centeno.

Algunos critican ese libro y afirman que no tiene trama.

Puede que sea así. De lo poco que me acuerdo Salinger va contando lo qué le pasa al adolescente, pero son como eventos aislados. Pero eso, creo, no le resta calidad a la obra. Es un librazo.

De pronto nuestras vidas funcionarían mejor así, sin tanta planificación, sin tanta alharaca y bombo, sin tantas ínfulas de grandeza, sin tanto orden preestablecido, sin tanto paso a paso, en fin, usted me entiende querido lector.

De pronto el secreto de la vida consiste en comprarse un café, sentarse en un murito de una esquina y ver pasar la gente. Hilvanar un pensamiento detrás de otro con cada sorbo de la bebida, pero sin la angustia de tener que buscarle significado a todo. Tal vez sea eso y ya está, pero no nos damos cuenta. Nunca nos damos cuenta de nada.

“I'm always saying "Glad to've met you" to somebody I'm not at all glad I met. If you want to stay alive, you have to say that stuff, though.

Eso dice Caullfield. De pronto es por eso que vivimos despistados, porque queremos agradar a todo momento.

Es posible que en el territorio de “no agradar”, que quizá comparte terreno con el de la soledad, hay información importante que desconocemos, pero el temor de caer en cualquiera de los dos nos aleja de ella.

Quizá la clave de todo este rollo de la existencia consista en ser un personaje secundario. Entender que nuestra trama de vida no es especial sino idéntica a la de millones de personas, y que, si acaso, interpretamos un rol pequeño en la de alguien.

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