viernes, 9 de diciembre de 2022

Conversaciones decisivas

Me gusta prestarle atención a las conversaciones ajenas. No sé si esté bien o mal. Tal vez la balanza de lo correcto se incline hacia el segundo aspecto. 

Si lo hago es solo porque me gusta imaginarme la vida de las personas, aventurarme a pensar qué los mueve en la vida, a qué le temen, cuáles son sus deseos, en fin esas finas hebras que conforman el tejido de la realidad, y que al final son las que realmente importan y nos definen.

Le prestó atención a dos conversaciones, como siempre, haciéndome el loco, porque en ambas hablan en voz baja, y no quiero que sea obvio que estoy espiando lo que conversan.

En la primera una pareja almuerza en una mesa detrás de mí. Hablan de viajes y de cómo es vivir inmerso en otras culturas. Por lo que alcanzo a captar parece que ella se va de viaje a España.

Es una conversación repleta de lugares comunes, como si los dos caminaran por el borde del abismo de los temas comprometedores, y miden sus palabras hasta tal punto que la conversación resulta sonsa.

En un momento el hombre olvida los formalismos y dice "Espero que no te vayas a olvidar de mí cuando te vayas a España.". “Lo mismo te digo”, responde la mujer.

Más tarde, en la terraza de un café, otra pareja cucharea una copa de un helado de color rojo y hablan casi en susurros. Tienen las manos entrelazadas y hay cierta tensión en el ambiente.

Es difícil captar el hilo de la conversación, así que solo alcanzo a escuchar un par de frases sueltas por parte de la mujer:

Va a llegar un día en el que no te voy a ver

Por lo menos sé que le voy a seguir diciendo mentiras.

Sé que no nos vamos a dejar de hablar y que nos vamos a ver por este medio

Pasado un rato, la copa de helado ahora ocupa una  esquina de la mesa y el hombre tiene las manos de ella dentro de las de él. Entre frase y frase la mujer las libera de esa prisión para agarrarle la cara y darle besos prolongados, y luego las devuelve a la posición original.

En uno de esos movimientos, luego de que la mujer dice  Te quiero mucho, caigo en cuenta de que  él es el único que lleva argolla de matrimonio.

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