Los diarios de Ribeyro, el escritor peruano. Los títulos de sus obras son únicos, atraen como un berraco. Busqué ese libro como loco desde que Millás lo mencionó en su diario novelado La vida a ratos, hasta que por fin lo conseguí. Pero no les vengo a hablar sobre ese libro, o si, en fin, vengo como siempre a escribir lo que salga…
Me despierto algo aturdido después de una siesta. Insisto que pasar del sueño a la vigilia tiene un componente traumático. Por instinto lo primero que hago es estirar un brazo y agarrar el celular. A pesar de tener desactivada las notificaciones y estar casi seguro de que no tengo nada nuevo por revisar, desbloqueo el aparato y me comienzo a meter a las redes sociales que tengo instaladas.
Lo mismo de siempre. Por más Scroll down que se haga uno se encuentra con mucho y nada; puro ruido , y el ruido distrae.
¿En qué momento pasamos a depender tanto de las redes sociales? Intento imaginar la época de nuestros padres. Seguro ellos no tenían necesidad de contarle al mundo entero qué hacían a cada instante o lo brillantes que eran en sus trabajos. imagino que eran tiempos con menos carga de ansiedad, porque si hay algo que a veces hacen a veces las redes sociales, quizás un efecto secundario de su uso, es hacernos sentir que estamos quedados, que vamos lento o hacemos las cosas mal. en fin, que por más esfuerzo que le metamos a la vida, tendemos hacia el fracaso.
Los diarios del escritor peruano me llevaron a pensar sobre esto. Fue una lectura lenta de más de dos años. una lectura, como yo les llamo, de a sorbitos,
Me encantan los diarios de los escritores y la manera en que narran lo cotidiano, Quizás el tamaño de sus entradas es lo que permite una lectura a sorbitos. Había meses que no tocaba el libro o, eventualmente, leía una o dos entradas por día, hasta que en un fin de semana tuve un arrebato lector y pense: lo termino este finde o no lo termino nunca. Creo que los diarios aplican para este tipo de lectura fragmentada.
Volviendo al tema del fracaso, una idea recurrente de Ribeyro es lo mucho que le angustiaba no haber escrito ninguna novela importante y haberse dedicado a escribir cuentos.
No puede evitar compararse con los demás escritores de la época: García Márquez, Mario Vargas Llosa, Julio Cortazar,entre otros, cada uno con una novela de combate.Pero pues uno es uno, y los otros pues eso precisamente, otros, ¿acaso no? Cada quien con tumbao'. Eso es algo que intento repetirme todos los días, pero mi cabeza es muy dispersa y lo olvida con facilidad.
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